13 de Enero 2004

Carta a Pilar

Estimada Apreciada Distinguida Ministra de Educación:

      La presente misiva tiene por objeto comunicarle datos de suma importancia y sugerirle algunas acciones que emprender al respecto, por lo que rogaría le prestase la máxima atención. Sin duda podrá usted encontrar a alguien que le ayude con las palabras más difíciles.

      Probablemente sabe usted acerca de la existencia, en el ámbito universitario, de una subespecie conocida popularmente como "los empollones". Sus individuos se caracterizan por un alto rendimiento académico, una actitud servil para con el profesorado, una escasa vida social fuera de aulas o laboratorios y un ansia incontenida por trepar en el escalafón docente e investigador. Si con esto no consigue identificar a qué clase de individuos me refiero, sírvase imprimir una lista de agraciados con becas de doctorado de su ministerio (bastante escasas, por cierto), tache aquellos con un expediente por debajo del 3 si encuentra alguno y escoja un nombre al azar. Lo más probable es que pertenezca a la subespecie de la que hablo.

      Hablamos de individuos poco sociables, pero sus escasos contactos suelen realizarse en clase y casi exclusivamente con otros de su calaña. Es entonces cuando empieza la adulación en masa al docente de turno, las risas exageradas ante cualquier débil intento de chiste y, por supuesto, las elevadas calificaciones. Lo preocupante es que son capaces de llegar a un grado de coordinación inaudito: hoy mismo ha llegado a mis oídos una historia espeluznante, la de una célula organizada que llegaba al extremo de apuntarse a grupos distintos de una misma asignatura para no pisarse las matrículas de honor entre ellos. Mientras los estudiantes normales procuran ir a clase con sus conocidos, esta gente desarrolla una estrategia para hacerse con un número tan elevado de matrículas de honor (y de créditos gratis el curso siguiente) como sea posible.

      Ante tales evidencias se impone una actuación inmediata. Quisiera instar a su ministerio a implantar medidas de detección temprana y reeducación en los colegios e institutos para que estas logias no se hagan con el control total de los centros universitarios españoles. Aquellos que persistan en su actitud y rechacen convertirse en miembros útiles de la sociedad deberían ser marcados de alguna manera (un tatuaje de una raíz cuadrada, por ejemplo); aunque generalmente yo mismo sea radicalmente contrario a este tipo de medidas, creo que en esta ocasión la gravedad de la situación las requiere. Estas marcas permitirían al resto de alumnos comportarse con precaución en su presencia y, si su gobierno lo autoriza, a propinarles alguna justa colleja de vez en cuando. En caso que su gobierno opte, como es su costumbre, por la represión una vez el mal ya está hecho, sugiero que se resucite para la ocasión el viejo castigo de la brea y las plumas para aquellos empollones que sean sorprendidos en asociación ilícita.

      Sin más, le ruego haga pública cualquier decisión que su ministerio tome respecto a este asunto. Siempre suyo Atentamente,

Manu.
Burjassot, 13 de enero, 2004.

Enviado por Manu, 13 de Enero 2004 a las 07:05 PM

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