28 de Enero 2009

El Padre Sonrisas y las gallardas

Leo en Público, antes de irme al sobre, que en la página web Catholic.net hay un artículo que equipara el hábito masturbatorio con la adicción a las drogas. Por mi parte el tema iba a quedarse en sonrisa y twiteo, que tampoco me gusta palmear demasiado las soplapolleces episcopales, pero ya a punto de cerrar la noticia me he fijado en que el ensayo católico en cuestión está escrito por el padre Loring, jesuíta famoso por sus descabelladas apariciones televisivas que a veces recoge El Intermedio, y que le han ganado el cariñoso mote de «Padre Sonrisas». Sabiendo que todo lo que sale de labios de este gurú de los tiempos modernos es digno de comentario, no me he podido resistir a convertirlo en entrada completa. Y si no convence como motivo suficiente, ahí va un vídeo cortito de su programa. (Lo mejor está cuando empieza a hablar de neandertales.)

Me permito, pues, resaltar algunas perlitas del artículo Adicción a la masturbación que ha pasado por alto el redactor de Público:

El vicio de la masturbación es causa de muchos fracasos en los estudios y en el deporte. Esto lo saben muy bien los estudiantes y los deportistas.

Este párrafo destila una noción tan profunda e intrincada en sus magras veintisiete palabras que no me siento digno de comentarlo siquiera.

La masturbación puede llegar a ser algo obsesivo en la persona. [...] Conozco casos de matrimonios fracasados porque uno de los dos, esclavizado por la masturbación, se negaba a las naturales expresiones de amor dentro del matrimonio. [...] Todos los médicos están de acuerdo que cuando la masturbación es frecuente, conduce a la neurastenia.

La neurastenia, niños y niñas, es una enfermedad mental consistente en experimentar un cansancio injustificado después de un esfuerzo intelectual. De las palabras del padre Loring parece deducirse, en consecuencia, que zarandear a Miniyo se considera una actividad digna de la medalla Fields, el no-Nobel de las matemáticas, a ojos de los jesuitas. Señores del jurado, cuando lean estas palabras sírvanse incluirme entre los candidatos a la próxima medalla: muchas variedades diferenciales no sabré, pero me controlo el ritmo que da gusto. Bien es cierto que, salvo alguna molestia muscular aislada en los días de mayor inspiración deductiva, no reúno los síntomas de la neurastenia y tal vez no sea digno del galardón, pero nos darían una alegría al padre Loring y a mí, y además me sé de cierta doctora albaceteña que se subiría por las paredes si me viera luciendo la medalla Fields al cuello por desembozar la pileta.

Estas partes del cuerpo deben respetarse con delicadeza, y sólo tocarlas por necesidad, limpieza, higiene, etc. Pero nunca tocar estos órganos sólo por gusto. Con eso no se juega.

[...]

Pero no has de considerar pecado todos los tocamientos en tus órganos genitales. Pueden ser pecado los tactos encaminados a excitar el placer sexual; pero otros actos que se hacen por necesidad o por higiene, no son pecado alguno. Y en las conmociones orgánicas que sientas involuntariamente, reprime el consentimiento, y en paz. No has pecado contra la pureza. Aprende a distinguir entre el sentir y el consentir. Puede ser que a veces sientas movimientos contra tu voluntad en tus órganos genitales. Acostúmbrate a prescindir de esas sensaciones.

Posiblemente el padre Loring haya concentrado en los sanísimos consejos de su último párrafo la sabiduría de todas las fuentes citadas en su artículo, que incluyen a profesores universitarios –de instituciones católicas, por supuesto, nada de esos rojeras proonanistas por los que las universidades laicas parecen manadas de bonobos–, conferenciantes de los años setenta y la mismísima editorial del Vaticano. Para que luego digan que el hábito (de hablar de la masturbación al menos) no hace al monje.

Estimadas lectoras, permítanme que concluya sumando mi voz a la del Padre Sonrisas, prócer a escala planetaria, y advirtiéndoles contra la calamidad: si han sentido ustedes movimientos contra su voluntad en los órganos genitales al leer esta entrada mientras me imaginaban desnudo escribiéndola, como sé que hacen siempre, quédense tranquilas sabiendo que no han pecado contra la pureza, pero repriman el consentimiento. Que tampoco soy tan difícil de localizar y les escribo tres sin sacarla.
 

Enviado por Manu, 28 de Enero 2009 a las 04:17 AM | TrackBack

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Comentarios

Sssssshhhhh, que aún estoy intentando digerir lo de ignorar movimientos contra mi voluntad en mis órganos genitales. Creo que no voy a poder pensar en otra cosa durante las próximas dos horas. Lo cual me va a provocar sin duda una de las tres cosas siguientes:

a) un episodio de neurastenia
b) una visita a mi psicoterapeuta
c) una combinación lineal de las anteriores

Y me da que va a ser la c).

Enviado por: agente_naranja, 28 de Enero 2009 a las 10:57 AM

Unos incisos:

Eso de "conmociones orgánicas que sientas involuntariamente" Suena a un alien intentando salir de tus partes íntimas. Mejor ni imaginárselo.Desde luego si quería que la gente no se llevara las manos a los genitales no podría haber utilizado mejor imagen.

Por otro lado, parece conocer el tema demasiado profundamente como para hacerlo solo por referencias, estudios o segundas experiencias personales. Más parece que padece el vicio de la masturbación de manera obsesiva, compulsiva y totalmente vergonzante por la manera en que la denigra. Seguro que se pasa el día dándole al manubrio. Y ante fotos de niños. Por eso le avergüenza tanto (El onanismo, no ver fotos de niños).

Enviado por: Blackadder, 28 de Enero 2009 a las 12:19 PM

¡Que no, que es un erudito y un estudioso del tema! :) Además, lo que le va al padre sonrisas es más un par de hostias bien dadas: http://es.youtube.com/watch?v=FOaa-KoLQII

Enviado por: Manu, 28 de Enero 2009 a las 02:01 PM

Acabo de ver los vídeos. Ya tiene una fan más. Y en cuanto los enseñe por ahí van a ser legión.

Enviado por: blackadder, 28 de Enero 2009 a las 07:48 PM
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