Zote el guerrero miraba atentamente la fruta que le habían dado. Ya era raro que no fuera, en lugar de fruta, un enorme pedazo de la última pieza que había cazado, pero más raro era que no estuviera ya masticándola a dos carrillos. La fruta, de medio palmo de altura, estaba en el suelo y Zote la sostenía en su sitio con la palma de la mano. La razón de que no estuviera comiéndosela es que su cerebro estaba haciendo algo inusual. Zote empezó a mover la mano adelante y atrás, y la fruta iba con ella sin rascarse contra el suelo lleno de escarcha. No costaba nada moverla, y además Zote tocaba cada vez una parte distinta de la fruta. ¿Y si...?Pero antes de que se pudiera activar una tercera neurona en el cerebro de Zote, quedaron decididos los presupuestos de la tribu. Cada vez hacía más frío y, bueno, en ocasiones anteriores había acabado mejorando, pero ¿quién sabe si eso volvería a pasar? Por alguna razón, el suelo se ponía resbaladizo cada mañana. De repente, muchísimos animales que habían abundado en los viejos tiempos (cuando hacía calor) ya no estaban por allí. Hasta el mismo sol brillaba cada vez menos y salía poco rato, y convenía que los brujos tuvieran la panza bien llena porque cuando se ponían apocalípticos no había quien los aguantara. Escaseaba la caza, pero eso no era razón para que los guerreros se debieran quedar ociosos en el campamento como estaban haciendo ahora. La última vez, a uno de ellos se le ocurrió decir que allí donde se dejaban caer pepitas nacían plantas nuevas. Quería tener a toda la tribu enterrando huesitos en el suelo, agachados medio invierno, y eso sí que no. A este paso lo próximo sería probar a adoptar un cachorro de lobo, a ver si salía dócil. No. La forma de mejorar era mejorar ya mismo, a toda costa. O por lo menos dar esa impresión y tener a los brujos tranquilos.
Y así fue como, diez años después de que Zote guardara su fruta en el zurrón para embarcarse en una serie absurda de infructuosas cacerías, su tribu fue asimilada por un grupo enorme de seres humanos incomprensibles, que se hacían acompañar por lobos y empleaban instrumentos mágicos y brillantes. Y lo más extraño de todo: parecían fuertes y bien alimentados.
Zote y su gente fueron una nota a pie de página de la prehistoria, o lo habrían sido si en la prehistoria hubiera habido páginas. El pueblo que erradicó de la faz de la tierra lo que ellos llamaban su cultura somos nosotros, hijo mío.
Y, dado que cualquier persona razonable no necesita más argumento que el anterior (un niño de siete años lo entendería, pero al parecer un consejo de ministros adultos no), y que quien no es razonable (por ejemplo, dicho consejo de ministros y buena parte de la clase política actual) no va a hacer caso por mucho que nos desgañitemos razonando más ahora, me conformaré con que hablen por sí mismas las protestas, la multitud bloguera dando la brasa al mundo, el revuelo en las redes sociales... la pura masa sin ponderar, las puras cifras, que por lo visto son lo único que entra en la cabeza a quienes entienden como su única función redistribuir nuestro dinero. Porque desgraciadamente la estadística a corto plazo es lo que les mantiene a ellos en su puesto.
Pero sí me gustaría añadir, aunque hoy no quiera divagar y esto sea materia para otra entrada, que no basta con asignar un presupuesto razonable (nadie lo está pidiendo estratosférico) para mantener el nivel de investigación y desarrollo. También es necesario que ese presupuesto no se desperdicie, como hace ahora, en las mezquinas luchas de egos, el proyecto a medida del sobrino de la jefa, la absurda línea de investigación patrocinada por la empresa de turno, las pequeñas vendettas mediocres de quienes cortan los restos del bacalao y todas esas pequeñas injusticias que no deberían darse entre científicos pero que, como cualquier investigador os confirmará si preguntáis, hay que tragarse sin dejar gota en la barbilla para poder hacer ciencia ahora mismo. Otro día será.
De momento la pasta, señores ministros. Que anda que no hay gilipolleces de donde recortar.
Enviado por Manu, 8 de Octubre 2009 a las 02:25 AM | TrackBack
Amén, hermano.
Enviado por: agente_naranja, 8 de Octubre 2009 a las 11:03 PMManu, por dios, escribe algo de coña que podamos comentar porque últimamente sólo nos queda decir "amén, compadre" a todo lo que dices. Te vamos a proponer para orador de la ONU. :D
Enviado por: Santo, 10 de Octubre 2009 a las 08:02 PM¡Hecho! Conste que esto está en serio porque tocaba, y no era plan de empezar a despiporrar...
Enviado por: Manu, 10 de Octubre 2009 a las 10:10 PM