19 de Agosto 2011

Tocando hueso

Me da a mí en la nariz que con lo de las protestas ante la visita del Papa hemos tocado hueso.

Hace unos meses, los nuevos movimientos ciudadanos salieron a la calle exigiendo cosas muy genéricas: una reforma sin concretar del sistema electoral y, a grandes rasgos, que dejase de tratársenos como a idiotas de una vez. Peticiones amplias y, por tanto, postergables. Olvidables, en otras palabras. Desde las alturas, el 15M debió de verse como un movimiento inocente, respetuoso y tranquilo en general pero que, gracias al auge de esas redes sociales, creo que las llaman, se había ganado la simpatía de la prensa extranjera. Una revolución con buenos modales y que no pide nada muy concreto, idea que parece sacada de un libro de Pratchett. Basta con esperar a que pasen las elecciones, que desmonten el chiringuito y santas pascuas. Esto... bueno, vale, pero ya seguro que no tardan en irse a sus casas. Y de todas formas, ¿qué más da? Podemos seguir haciéndonos los locos tanto como haga falta. Es nuestro trabajo.

Sin embargo, aunque no lograse nunca nada más, el movimiento de mayo habría valido la pena por conseguir que, desde entonces, toda protesta que siga su línea haya tenido de pronto un seguimiento masivo. Cientos de personas plantadas ante un desahucio, casi al instante, a partir de una convocatoria en Twitter. La manifestación de junio. Lo de la extradición de Bouziane. Pero, de nuevo desde el punto de vista de las alturas, seguía sin escocer. Nada muy concreto excepto algún piso barato: nimiedades. Vale, hagamos que la policía se ponga un poco más firme, no vaya a calar la idea a lo bestia, pero hasta ahí.

Por último, no hará falta que recuerde a nadie lo que está pasando estos días de visita papal a Madrid. Los manifestantes, contrarios al gasto público y a la presencia de instituciones sufragadas por todos en actos que ni les van ni les vienen, están siendo tratados casi como criminales. Antidisturbios cargando contra una manifestación legal, periodistas a los que se impide informar, maderos apartando e identificando a ciudadanos por besarse en la calle o vías inaccesibles a todo aquel que no lleve la Mochila Mística RatzingerTM, entre otros comportamientos... ¿profundamente democráticos, dirían en los informativos si se hubieran dignado a cumplir su función y retratarlos?

Para mí, la cuestión es por qué una protesta convocada bajo los mismos principios que las anteriores (no violencia, todo ciudadano es bienvenido) ha hecho pasar a la policía de la casi inactividad a saltarse directamente la ley para reprimirla. Y supongo que será porque, en este caso, tal vez estemos tocando más intereses que los religiosos. No niego que la intención del gobierno de turno sea llevarse bien con la teocracia de siempre, ya por convicción o por no perder votos. Ni que doña Espe se crea a pies juntillas las sandeces que dice sobre cristianismo y libertad. Pero diría que lo que más les pica es que la sucia plebe esté metiendo las narices en su cortijo particular: las cuentas de los grandes actos que organizan, las exenciones fiscales o el acuerdo con la marca de cerveza sin alcohol que venía en la Mochila Mística RatzingerTM, por ejemplo. Igual es cosa mía y quienes le dan al joystick de los antidisturbios ni lo han pensado, pero también puede ser que esta vez el dedo -con el que por fin señalamos a las claras en vez de levantar las manitas- esté muy cerca de la llaga, que siempre es el dinero.

Enviado por Manu a las 10:32 PM | Comentarios (0)
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