Supongo que habrá formas peores de pasar un domingo por la noche que midiendo la luminosidad de un campo de estrellas mediante un programa de simulación, pero no se me ocurren tantas. Aquí estoy, delante del ordenador, esperando a que pasen los cinco minutos que --espero-- me darán unos resultados aceptables sobre una estrellita poco brillante y muy cabrona de las Pléyades. Y por mucho que he buscado, no hay ningún parche para poner el maldito programa de simulación en "modo dios" y hacer que el tiempo pase deprisa. Quién me mandaba a mí matricularme de Técnicas Observacionales de Astrofísica.
Leo en un post del blog de Anakinet que nos vamos haciendo viejos, que observamos conductas en los chavalines que nosotros mismos teníamos hace no tantos años y ahora nos parecen fuera de lugar, como ponernos cieguísimos y caer encima de la gente o romper cristales. Este fin de semana he podido observar en mí mismo un efecto adicional de los años: la pérdida de vergüenza. Cada vez me la traen más floja cosas como que unos desconocidos me puedan ver el rabo si me lo saco en un lugar público (mejor que nadie pregunte), o quitarme hasta la camiseta interior por una apuesta y bajar a la barra del bar de siempre a pedir un cubata con los pocos pelillos que tengo en el pecho asomando por la chaqueta. No habría bajado sin la chaqueta para cubrir mis michelines, pero tiempo al tiempo. Al final todos acabaremos como las abuelas que van de público a los programas de la tele y no se cortan en magrear las nalgas del azafato de turno a la primera ocasión que se presenta. (Digo yo, de todas formas, que si fuera un abuelo quien metiera mano a la azafata la cosa no quedaría sólo como una anécdota graciosa en los zappings.) Esas abuelas han tenido años para acumular la sabiduría necesaria y comprender que si te apetece mucho hacer algo, da igual lo que opine un 22% de share.
Al margen de detalles nudistas, los años te dan una cierta confianza. Ya ni me acuerdo del puro terror que provocaba "no encajar", no llevar la ropa apropiada, no utilizar las palabras de moda, no ser lo suficientemente lanzado con las chicas. Los años te enseñan a llevar tu ritmito, a mantener una coherencia (o, al menos, una actitud) y a no preocuparte tanto de que tu abrigo sea muy poco punki para los bares que frecuentas. Si los años tienen algo bueno, es que te alejan cada vez más de la adolescencia.
Vaya! Gracias por la referencia! Bueno, este fin de semana he podido comprovar que aún puedo pillar unos buenos ciegos cuando me lo propongo, aunque tengo dispensa porque estaba de boda...
Enviado por: Anakinet, 12 de Enero 2004 a las 12:41 PMTotalmente deacuerdo
Enviado por: erfeni, 6 de Marzo 2004 a las 01:47 PM