No soporto las películas de terror japonesas. A estas alturas ya sé que decirlo en público no me gana ninguna simpatía en la comunidad friqui, pero es que de verdad no comprendo cómo se han podido poner tan de moda. No me asustan lo más mínimo, aunque también es cierto que no recuerdo ninguna película -japonesa o no- que me haya asustado demasiado. Como muchísimo, se me hacen desagradables. Y para eso ya está el gore de toda la vida, con el que además te ríes un rato. Por lo general, simplemente me aburren.
En el cine me dormí viendo The Ring, aunque a la salida me callara porque todo el mundo estaba cantando maravillas. Será que yo estaba cansado y no que la peli es un coñazo, pensé, pero resultó que mi subconsciente era más sabio que yo. Siempre lo ha sido. Después vi una en video -no recuerdo el título- que iba de un señor mayor que conocía a una chica en un cásting. Durante el noventa por ciento del metraje no ocurría absolutamente nada, y los últimos diez minutos eran gore bien hecho, muy desagradable y de muy mal rollo. No es que me moleste que una película se rinda a la fotografía a ratos (Tigre y Dragón me gustó mucho, por ejemplo), pero me repatea perder una hora larga con planos inútiles de japoneses mirando al infinito que, supuestamente, crean una tensión y un ambiente de intriga.
La siguiente trataba de una madre que se mudaba a un piso viejo con su hija y resultaba que el piso tenía mucha humedad. Terrorífico. Una historia que podía haberse contado en un corto de 15 minutos (tensión y ambiente de intriga incluídos) se estiraba hasta llenar hora y media larga. Por suerte esta vez mi compañero de visionado opinó lo mismo que yo y ni siquiera terminamos de verla. Pero no me rendí. Pensé que tanto fan del terror japo no podía estar equivocado y pusimos La Maldición en el DVD marca Panda (los mejores del mercado, señora) del piso. Otra al bote. En esta ocasión se trataba de una casa que albergaba recuerdos horribles de unos inquilinos anteriores y había niños fantasmales que aparecían de repente después de veinte minutos de preparación (tensión e intriga, no nos olvidemos) en los que los protagonistas se dedicaban a no hacer nada. Guau, no sé si esta noche podré dormir. En realidad no tengo ni idea de cine, pero tampoco me pareció que la fotografía justificara una película tan lamentable. Y así lo dije, cosa que llevó a una discusión que sólo terminó cuando nos fuimos a la cama. Yo dormí a pierna suelta. Me parece que hay segunda parte. Aleluya, que preveo tiempos de insomnio próximamente.
Y ahora saltará alguien diciendo que absolutamente todo el cine tétrico japonés está formado por obras maestras y que cómo puedo decir esas cosas después de salir con que Spider-Man 2 es un peliculón. Vale. Será que no tengo la mente abierta al cine oriental o que no soporto las historias angustiosas o lentas. Pero me gustaron Battle Royale y Shaolin Soccer, y creo que Cube, Pi o Memento están bastante bien. También me gustó Lost in translation, por poner un ejemplo reciente de peli lenta. Así que tiene que ser otra cosa. Algún defecto de fábrica (mío, por supuesto) o algo. Tendré que ver La Maldición 2 un día de estos a ver si se me quita el insom... uy, quiero decir la tontería.