4 de Noviembre 2005

La vida en ello

Jueves, once y cuarto de la mañana. Seción de charcutería del Mercadona. Yo tenía el número 44 y la cola iba por el 38, así que me estaba dedicando a observar las compras ajenas (nunca he sido demasiado bueno juzgando el peso del embutido) y a pasear, que es lo que suele hacerse para no quedarse uno dormido de pie. La dependiente estaba intentando explicar a una señora, sin demasiado éxito, la diferencia entre chorizo y sarta. Después de venderle una sarta, le dio a un botón y gritó: "¡Treinta y nueve!"

Entonces pasó un hombre a mi lado. En mi estado semilatente casí pensé que gritaría "¡Bingo!", pero en realidad se trataba de un empleado del Mercadona. Llegó al mostrador e interrumpió a un cliente para decirle a nuestra amiga, con brusquedad, que eran seis paquetes de queso, no uno. Ella respondió con una sonrisa: "Bueno, ahora te los hago". Pero el hombrecillo era de la opinión de que ya era demasiado tarde para eso y se marchó hacia la sección de panadería refunfuñando. "Juan Carlos", dijo la dependiente hacia otra compañera, como si eso lo explicara todo.

La cola había avanzado hasta el 42 antes de que Juan Carlos volviera a pasar por allí. "Hay mucha diferencia entre uno y seis, ¿eh? No es lo mismo, no". Ella estaba cortando chopped, así que simplemente levantó un momento la vista y puso media sonrisa, lo cual hizo que Juan Carlos interrumpiera su importante trayecto hacia algún lugar. "Pues ahora te coges tú el coche y llevas los cinco que faltan", espetó. "Pues si quieres déjame las llaves y voy en un momento", respondió la dependiente. Yo en su lugar habría añadido la condición de que Juan Carlos se quedara mientras tanto en la sección de charcutería rebanando fiambres, pero es que yo en temas laborales tengo muy poca manga ancha. Ella se contentó con ofrecerse. Juan Carlos frunció un poco más el ceño (una maniobra casi imposible desde mi punto de vista) y se marchó dando zancadas, probablemente a salvar el Imperio Mercadona de la debacle moviendo cinco paquetes de queso de un lugar a otro.

Yo hice mi compra. La dependiente, atendiendo a otro comprador, seguía con su sonrisa fácil, imperturbable. Juan Carlos, probablemente, sacaba fuerzas de su cabreo para llevar a cabo su crucial labor en algún sitio. Ninguno de los dos heredará el Mercadona.
 

Imagen que no viene a cuento:

Para que luego digan que no ligo...

¡Refregón con Violet!

Sí, triste, lo sé. Pero más triste es que la
siguiente opción que me da el juego sea
casarme con ella.


 

Enviado por Manu, 4 de Noviembre 2005 a las 09:15 PM

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Comentarios

Eh! También estás viciado a Lodgt?
Nosotros con angua estamos metidísimos... como te llamas ahí?
Yo soy TheOttomancer :D

Un saludo!

Enviado por: Jamfris, 5 de Noviembre 2005 a las 02:07 PM

¿Menos de 10 minutos? Tsch, tsch.

Las florecitas en el pelo, lo que yo te diga.

Enviado por: Veti, 6 de Noviembre 2005 a las 12:22 PM

¡Coño! Así que The Ottomancer eres tú, Jamfris. Te he visto por ahí hablando. Yo tengo dos personajes: PeterPunk (sí, sí, ya sé que es poco original) es un elfo oscuro malo malísimo que invoca esqueletos y Mirrak (que creé cuando Peter estaba en niveles bajos y podía hacer pocas cosas a lo largo del día) es un enano de buen rollo. Los tengo a niveles 13 y 11, respectivamente. A puntito de ir a enfrentarse a ella...

Enviado por: Manu, 7 de Noviembre 2005 a las 01:25 AM

Ese "ella" tendría que haber salido de color verde...

Enviado por: Manu, 7 de Noviembre 2005 a las 01:26 AM

Hehehehehe... Me has visto por ahí? Mooola, es que poco a poco empiezo a ser un guerrero conocido, con mis casi 32 DK :D

La verdad es que el tema de los colorines (de los que normalmente huyo), en Lotgd me mola como está montado ^^

Ah, que sepas que me ha llegado tu YOM, después cuando me loguinee te contesto :)

Enviado por: Jamfris, 7 de Noviembre 2005 a las 08:07 AM
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