7 de Mayo 2009

"El nombre del viento", de Patrick Rothfuss

Portada de El nombre del vientoSe me podrá discutir, pero me da la impresión de que en los últimos años hemos vivido un cierto auge renovado de la literatura fantástica de calidad. Tras una época oscura y plagada de novelas cutronas inspiradas, por así decirlo, en El señor de los anillos o en los juegos de rol, parece que las nubes van dejando abiertos cada vez más claros. Siempre ha habido buenas novelas, cierto; siempre ha habido escritores en quienes se podía confiar a ciegas (Pratchett, LeGuin, Gaiman, Stephenson); siempre quedaba otro remedio que no fuera cebarse de cualquier manera con Reinos Olvidados: Drizzt Do'Urden y la manicura del terror. Pero solo desde hace unos pocos años se están publicando en castellano joyas como la saga de Geralt de Rivia, los Guardianes de Lukyanenko o la mismísima Canción de hielo y fuego, que nos permiten seguir una dieta variada y saludable.

Y la última joya que se incorpora a la colección es, claro, El nombre del viento. La primera novela de Patrick Rothfuss (más sobre el autor al final) es la autobiografía narrada de Kvothe, leyenda en su mundo a medio camino entre el héroe y el antihéroe, entre la gloria y la infamia. Kvothe, de incógnito ahora, lleva una vida pacífica regentando una posada en el quinto pino del mundo. Pero su historia le pesa demasiado como para no acceder a contársela a un personajillo llamado el Cronista, cuando este le descubre. Eso sí, el relato debe ser completo si Kvothe quiere que se entiendan sus impulsos y motivaciones, por lo que la narración durará tres días completos. Ni uno menos. El nombre del viento es el primer día de la saga de Kvothe.

En sus casi novecientas páginas (publicadas a lo bestia, en un solo volumen) se alterna la historia temprana de Kvothe, el mito, con unos breves incisos en que volvemos a la actualidad de la posada y nos vamos dando cuenta de que no son meros descansos en la narración, ni una forma de darnos a entender lo mucho que se ha desfigurado su leyenda al pasar de boca en boca; vemos que algo gordo está a punto de suceder. Pero el grueso del texto se recrea con la infancia y juventud de Kvothe en un mundo que podría parecernos típico a primera vista, ya que la magia (llamada simpatía aquí) se enseña en la universidad, los monstruos mitológicos campan casi a sus anchas y un joven extraordinario pero asolado por las desgracias se abre camino por sus propios medios. Sin embargo, tanto la magia como la vida universitaria están retratadas con voz propia, los monstruos son, al fin y al cabo, animales con su propio ecosistema –os vais a partir de risa con eso, por cierto–, y Kvothe y un tal Harry Potter no se parecen ni en el mear. Vamos, digo yo.

En breve, un librazo. Tan pronto como tuve una noche libre, devoré las 600 páginas que me quedaban de él. Y no lamenté ni por un momento las ojeras y el embotamiento del día siguiente. Leo por ahí que le cuesta un poco arrancar. Opino que no, pero incluso si fuera cierto, lo mismo podría decirse del Criptonomicón. Y lo que me alegro de haber tirado para adelante con aquel.

El libro se da un aire a la saga de Geralt, otro aire a los libros de Ursula K. LeGuin, otro a Canción de Hielo y Fuego. Pero Rothfuss es Rothfuss y nadie más: un joven profesor de literatura, comiquero, rolero y completamente desconocido que, un buen día, se propuso escribir la vida entera de un hombre y a quien muy bien podría haberle pasado lo mismo que a John Kennedy Toole. Por suerte (para él y para nosotros) no ha sido así, y ahora Rothfuss, forrado, puede permitirse hacer cosas como invitar a sus traductores a un foro privado para evitar que la caguen sin saberlo con detalles que serán importantes en los dos libros que faltan. O para echar unas risas en su blog inventando historias a las estrafalarias portadas de algunas ediciones internacionales, que no guardan relación con el texto:

Edición polaca de El nombre del vientoKvothe atravesó el pavoroso portal a zancadas, legando al cayado buena parte de su peso. A un hombre de menor valía le podrían haber preocupado los cráneos, o se sentiría inquieto por el clima antinatural que se le echaba encima desde el cercano horizonte.

Pero Kvothe estaba hecho de una madera más áspera, y sus pensamientos rondaban asuntos de peso. «Mi sombrero», pensó. «Desde luego, es puntiagudo. Pero ¿será lo bastante puntiagudo para impresionar al archiduque Isigniglidir?».

Aquella mañana había estado convencidísimo de que sí, pero Kvothe se vio asaltado por las dudas tras mirar la torre del archiduque. Era evidente que aquel hombre no se andaba con medias tintas en lo referente a objetos puntiagudos. Kvothe se preguntó si tal vez aquello también explicaría la insatisfacción que se reflejaba en la carta de la nueva esposa del archiduque. «La torre», había escrito. «Debería haberme fijado en ese primer indicio».

O emocionarse cuando ve un tráiler como este:

Que nadie se lo pierda.

Avance editorial · 18 páginas en PDF
ISBN 978-84-01337-20-8 · 880 páginas · 22'90 euros
Se puede comprar en CdL.

Actualizado 1/3/2011: Plaza&Janés acaba de anunciar que El temor de un hombre sabio, la segunda parte de la novela, saldrá en castellano en noviembre de 2011. Aquí tenéis su comunicado en PDF con más detalles.
 

Enviado por Manu, 7 de Mayo 2009 a las 05:31 PM

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