Y quien dice hierbas dice brotes, ojo, que las palabras son muy putas. Hoy he hablado un rato con el sargento Pauix, pintor de todas estas miniaturas y miembro de Democracia Real Ya en Alicante, entre otras muchas cosas. El caso es que después del subidón de la semana pasada, con su manifestación, con sus acampadas que resistían lo que les echaran y con sus asambleas donde las abuelitas se emocionaban porque al fin nos levantábamos de la poltrona, llevo unos cuantos días con la mosca detrás de la oreja, resistiéndome a la impresión de que ahora las acampadas han pasado a... perjudicar igual es pasarse, pero puede que sí a lastrar la movilización. Así que ayer escribí un e-mail al sargento Pauix para que me contara cómo lo veía él y qué planes tenían así a corto plazo.
Este mediodía, cuando me ha llamado, lo primero que me ha dicho es que está hasta los cojones de que todo el mundo confunda las acampadas con DRY, que -per si no te'n recordes, colega- es la asociación que organizó la manifestación del 15-M y punto. Que lo suyo costó. Y que luego, cuando hubo gente que quiso quedarse en la Puerta del Sol, les pareció muy bien, e incluso varios miembros de DRY se apuntaron, pero la asociación en sí se desmarcó claramente de organizar nada en la plaza y así lo dijo. Lo que pasó fue que se siguió utilizando su logotipo porque es molón con ganas y luego, cuando los medios vieron que no podían seguir haciendo oídos sordos a las acampadas, no perdieron el tiempo en matices y metieron las dos iniciativas en el mismo saco.
Y es cierto que quedarse en las plazas fue una idea buenísima: las acampadas son lo que trajo visibilidad al movimiento ciudadano, y también la inspiración para las protestas que empiezan a saltar en otros países del mundo. Y también es cierto que me encantó formar parte de ello: confieso sin ninguna vergüenza que me sentí muy orgulloso en la plaza 15 de Mayo de Valencia. Sin embargo, lo que ya me preocupaba un poco antes de las elecciones -que la gente siguiera porque yo lo valgo más allá de la semana que se decía al principio, que todo quedara en agua de borrajas, que el rebote se acabara volviendo hastío- empecé a verlo un poco más claro el sábado. Llegué de noche a la plaza Mª Agustina de Castellón y, vete a saber cómo, acabé sentado en la comisión de economía, donde una chica propuso la moción de prohibir que se importaran productos procedentes de países que no respetaran los derechos humanos. Alguien replicó algo sobre países en desarrollo. Ni siquiera seguí escuchando los argumentos porque la mosca ya me zumbaba como un demonio detrás de la oreja, y solo usé un turno de palabra para proponer, con mejores palabras, que nos dejáramos de hostias y nos centráramos en asuntos básicos y asequibles. Al poco tiempo me levanté y me fui, porque temía convertirme en un troll enfurruñado de argumento único, que nunca caen bien a nadie y por algo será.
A veces hay que hablar las cosas con alguien para que todo encaje y, de esas veces, en algunas se vuelve tan simple que da miedo: lo que me decía la mosca era que estamos en un movimiento de protesta, no en una asamblea legislativa o constitucional como parecen creer en muchas comisiones. Estos días Twitter ha hervido de motivos para desmontar Sol, desencanto y presión para centrar el diálogo (o al menos la comunicación externa) en puntos clave bien aceptados. Yo soy partidario de volver a los orígenes. Tanto si se disuelven pronto las acampadas como si perduran en forma de centro de reunión entre barrios como creo que pretenden, opino que hay que regresar a la manifestación, y hacerlo en sitios que no sean la misma Puerta del Sol. No solo por volver de cabeza a la protesta activa, que en el fondo es de lo que se trata, sino también por recuperar la iniciativa y -afrontémoslo- volver a ser portada en los periódicos. Obviamente no he descubierto el secreto del fuego, pero me ha hecho falta que me dijeran que la gente de DRY también va más o menos por ahí para empezar a recuperar el optimismo, y no porque sean ellos en concreto sino por recordar que, igual que la semana pasada, hay gente dispuesta a organizarse para liarla parda de una vez. Pauix me ha contado que Telefónica está planeando hacerle una estatua; igual ya se sabía y yo no lo he visto, pero la idea que están perfilando es montar grandes manifestaciones por toda España el 12 o el 19 de junio si da tiempo, que son los domingos más cercanos al día 15. Y luego, espero, seguir cada mes hasta que se tenga el apoyo para hacerlas cada dos semanas, y entonces seguir hasta que en el Congreso se saquen la cabeza del culo y desempolven la ley electoral para darle un buen repaso.
De modo que media hora de conversación -no solo de DRY viven los colegas, y así de paso contribuía a la estatua de Pauix- ha bastado para que dejara de ver un futuro gris donde todos volvíamos haciendo biodanza al sofá y a la papeleta resignada. Me he convencido de que, si bien las acampadas pueden simbolizar el señor rebote que tenemos muchos, lo que son en realidad es la bocanada de aire fresco que uno quiere hacer durar, porque el rebote ya lo llevamos dentro cada cual.
Así que, con la venia de ustedes, nos vemos en la calle.