Esta mañana me he levantado bien pronto, me he venido a Burjassot y caminaba con el tiempo justo hacia la facultad. De pronto he recordado que, ya que iba a ir a clase, lo más conveniente sería llevar bolígrafo para poder tomar apuntes, así que he entrado en una papelería. Por delante de mí había una señora comprando Airon-fix (TM), papel para forrar superficies. Ella y la dependienta se lo estaban tomando con una pachorra impresionante, decidiendo entre las dos qué tipo de papel convenía para forrar no sé qué. Yo solamente quería un par de bolis, pero me he esperado al menos 10 minutos mientras elegían y cortaban cuidadosamente el papel porque era muy de mañana y sabía que, si decía que iba con prisa y que me atendieran primero, no sería con palabras amables.
Es curioso cómo toleramos la ineficacia. Por lo general, la miramos con benevolencia. "Bueno, el pobre hombre no sabe hacerlo mejor, qué se le va a hacer". "Total, tampoco pasa nada". Pero la toleramos sólo mientras no nos afecte directamente, o mientras no lo haga en exceso. No sé al resto de la humanidad, pero a mí me pone nervioso estar esperando en la cola del cajero automático mientras alguien no se aclara con las opciones que hay en pantalla y no hace más que mirarla con los ojos muy abiertos. Me entran ganas de ir y apretarle yo los botones. Y no digamos ya si utiliza la libreta de ahorro en lugar de la tarjeta, y el cajero le obliga a actualizarla antes siquiera de preguntarle qué quiere hacer. Sé que no debería cabrearme, que en el fondo no es culpa del pobre hombre sino del banco que le obliga a usar el cajero si no quiere cantidades enormes de dinero. Sé que está feo sentirme un poco superior porque mis operaciones bancarias duran menos de 10 minutos, pero no puedo evitarlo. Sé que el estanquero no es tonto, es solamente que es un poco duro de oído y todavía no se ha aprendido qué marca de papel de fumar utilizo. Tendría que tomármelo con más calma.
En cambio, no me importa esperar a un amigo en una plaza, y mucho menos en un bar. No me importa hacer cola en el cine. Me da igual que tarden en atenderme cuando pido algo en una barra. Me imagino que, en el fondo, lo que me fastidia de los cajeros o las papelerías es estar esperando para poder hacer algo que ni siquiera me interesa demasiado.
Cuestion de paciencia diria yo, ademas todo es relativo... estoy acostumbrando a ir al mercado a comer un plato de comida, y de pronto yo pedi frejol, y me echaron lenteja, ... "señora no quiero lenteja"... ella muy placidamente no se hace problemas , coje con una cuchara la lenteja de mi plato y la devuelve a la olla...
Antes la cola era de 30 metros cuando habia que comprar pan!, ahora los tiempos han cambiado pero recuerdo que en aquellos tiempo no se asomaba ni un instante de amargura ni de impaciencia a este ser, ahora que tengo acceso a un poco mas de comodidad me digo ¿eso paso alguna vez?, ... claro la paciencia no es lo mismo para el placer verdad?? con tal de que llegue y que llegue y que llegue...
"este hambre propio
existe
es la gana del alma
que es el cuerpo"
No me gusta hacer cola, aunque la gente se dé prisa. A veces, prefiero quedarme sin pan, o caminar un poco hasta el siguiente cajero.
Pero lo que me saca de quicio son las esperas en sitios cerrados, especialmente cuando no tienes nada que hacer aparte de mirar al techo. Por eso odio los hospitales y bancos, y llevo un libro siempre conmigo. Y como suelo llegar tarde a las citas con mis amigos, nunca tengo que esperar :P