Ayer leí en el Magazine que viene con el periódico de los domingos un artículo de un periodista y escritor leonés (Julio Llamazares, también es casualidad el apellido) sobre el futuro presidente del gobierno. Poca cosa que no se supiera ya a estas alturas: que lleva toda la vida metido en el PSOE, hasta el punto de ser imposible distinguir la persona del político. Pero un par de frases me dejaron preocupado ante el futuro que nos espera en los próximos 4 años.
1. Sus amigos [...] recuerdan de él como travesuras su particular teoría de la masturbación [...] que decía que, si aquélla se hacía "de forma rápida y sin recrearse", no era pecado.
Maravilloso. Genial. Entonces, ¿para qué se las hacía? Hubiera sido más sencillo dejar las manos quietas y esperar a que la naturaleza siguiera su curso en forma de poluciones nocturnas. Supongo que en sus tiempos, y más en un colegio de curas, las ideas sobre el sexo no debían estar demasiado claras (al fin y al cabo, en mi tiempo y en un colegio supuestamente laico tampoco lo estaban), pero sigue siendo chocante esa manera de pensar, ese afán por anular el placer, ese miedo al pecado, en el chiquillo que se convertiría en quien ha de marcar nuestra política bien pronto.
2. [...] escribir una biografía de una persona monógama, abstemia, que nunca se ha emborrachado y cuyas únicas aficiones son el footing y la pesca de la trucha no es realmente muy emocionante.
En principio, no. Y a mí, además, me pone los pelos de punta y confirma que había una razón para el repelús que me dejó en el cuerpo la frase sobre la masturbación. Ya no es solo que Zapatero sea Sosomán de verdad, sino que probablemente será incapaz de comprender que leyes del PP como la del Botellón (que se aplica, y con dureza, al menos en la Comunidad Valenciana) han de ser derogadas a la primera oportunidad que se presente. No verá que una ley así no va a impedir que la juventud se emborrache, sino que le salga bien de precio. Que es una ley cuyo único objetivo es favorecer a propietarios de discotecas y a vecinos bienpensantes, privando a los pobres chavalines de 16 años de una experiencia vital imprescindible: emborracharse a precio de saldo con los amiguetes, y decidir por uno mismo si le gusta o no. Zapatero Preocupante no verá la injusticia obvia que hay en que yo no pueda beberme una lata de cerveza sentado contra una estatua mientras, en las terracitas a diez metros de distancia, las señoras se hinchan a Martinis para abrir el apetito. Para él, como para la mayoría de los abstemios (y no digo nombres, Veti), el alcohol debe ser el causante de males que en realidad están en la mente del bebedor. Y sí, me centro en el alcohol y no hablo de la monogamia, ni del footing, ni de la pesca, pero es que la Ley Seca ya me tocó los cojones sobremanera en su momento, y el artículo del Magazine me ha dejado con la impresión de que no será derogada.
Tenemos asumido que la manera de gobernar cambiará. Aunque solamente sea por falta de mayoría absoluta, Zapatero tendrá una cara más amable que la que tuvo Aznar. Pero falta ver si el Partido Socialista hará honor a su nombre o derivará, como me temo, hacia una especie de cristianodemocracia light. Una viñeta de un Jueves de hace tiempo se hacía eco de una noticia según la cual el PSOE estaba pensando en quitarse la O del nombre, a la moda europea. La viñeta hacía el chascarrillo obvio: "Ya que están, podrían quitarse también la S". Esperemos que, en la práctica, no llegue a tanto.