18 de Septiembre 2004

Edimburgo

Comenzando volcado de memoria física...

En verano de 1994, cuando yo tenía 16 años, mis padres cometieron la imprudencia de permitir que me marchara un mes a Edimburgo. Por entonces la Generalitat Valenciana concedía becas para aprender inglés en el extranjero a los chavales que mejores notas sacaban en la asignatura, lo cual visto fríamente no tiene demasiado sentido. Pero yo conseguí una de aquellas becas, mis padres me dieron dinero de sobras para mis gastos y me subí a un avión con unos cuantos chavales de mi instituto y otros muchos de otros institutos, la mañana del 1 de julio.

La estancia en Edimburgo era en casas particulares, con familias que cobraban una cierta cantidad por acoger a los estudiantes extranjeros. Los que me tocaron a mí vivían en Portobello, un suburbio residencial pegado a la playa del Firth of Forth, donde también estaba nuestro instituto. Eran una pareja de borrachos de mucho cuidado, muy majos, con una hija pequeña que me odiaba un poco por ocupar la habitación de su hermano. Al llegar a su casa les entregué una botella de coñac del bueno, cortesía de mis padres. No duró: una semana después cociné una tortilla de patatas (typical Spanish, you know) para impresionar a una chica francesa y, cuando propuse hacer unos carajillos de postre, me dijeron que la botella había volado ya. Les gustaba beber vodka después de cenar. El hombre apostaba a los caballos a escondidas de su mujer y odiaba a los ingleses. Cuando le dije que el plan de actividades para el mes incluía una visita a Culloden Moor (lugar de una famosa victoria inglesa en las Highlands medievales) tuvo que pasarse media hora señalándome en un atlas los lugares donde Escocia "había pateado culos ingleses", para lo que les sirvió. Eran la familia perfecta para vivir un mes: no les preocupaba lo que hiciera ni a qué hora llegara a casa, con tal de que me calentara la cena yo mismo si pasaba de las siete de la tarde y les avisara si no iba a dormir. Sólo un pequeño contra, y es que la pobre mujer creyó que debía cocinar un plato típico escocés aunque fuera por una vez. Si alguien menciona alguna vez el Scottish pie en vuestra presencia, huid y no miréis atrás. Es un consejo.

Por la mañana teníamos clases de inglés en un instituto cuyos alumnos de verdad estaban de vacaciones. El examen del primer día me envió a la clase de nivel más alto, no en vano me aprendí las reglas del Rolemaster con 13 añitos, y allí Gabrielle (un italiano que firmaba con la runa "G" de Gandalf, le gustaba la misma canción de Spin Doctors que a mí y solía ir a tocar la guitarra al viejo foro romano) y yo nos hicimos amigos de la profesora. Era una australiana muy maja de 25 años que ponía a los empollones a hacer ejercicios y se pasaba las horas de clase hablando con nosotros, contando historias que yo al menos no tenía edad para saber. También en esto tuve suerte porque a la profe (¡mierda, no recuerdo el nombre!) le daba igual si G o yo llegábamos tarde o no nos presentábamos directamente, y eso nos daba una libertad considerable para montar fiestas nocturnas. Fiestas a las que la misma profesora vino en un par de ocasiones después de que yo le diera la brasa durante días, a ver si mi monitor ligaba con ella.

Había excursiones los fines de semana (al lago Ness, etcétera) y actividades casi todas las tardes. Algunas eran mejores que otras. De los dos monitores españoles que nos asignaron, me hice amigo del que tenía el criterio suficiente para preferir divertirse a seguir el programa a rajatabla. También le gustaba Metallica. Si teníamos que ir a Glasgow para ver un museo poco interesante, por ejemplo, nos subíamos al autobús. Pero una vez allí, el monitor se escaqueaba con cuatro o cinco de nosotros y se nos llevaba a conocer los pubs y las tiendas de discos del lugar. También nos tomábamos algunas tardes libres. A veces montábamos fiestas en la playa desierta (sobre todo después de que el dependiente de una tienda de cachimbas que descubrimos accediera a conseguirnos algo con que llenarlas), a veces recorríamos por nuestra cuenta el centro de Edimburgo y yo compraba mis primeros libros de Terry Pratchett en inglés y los tomos de The Sandman que harían que volviera a España casi sin un penique.

Y a veces pasaba la tarde con Marine. Ella se escaqueaba cuando podía de su grupo de franceses, en parte porque no quería pasarse el día hablando su propio idioma y en parte porque eran unos gilipollas. Nos íbamos mano a mano a perdernos por las almenas del castillo de Edimburgo o a vagar por el parque de Princes Street en busca de lugares para montar botellones nocturnos o a beber unas pintas, y yo era el tío más feliz del mundo. Estaba buenísima. Con ella cometí por primera vez (o casi) el error relativo de siempre: convertirme en su amigo. Antes de que me diera cuenta Marine ya se había liado con otro español, un tío muy majo que no sabía juntar dos palabras seguidas en inglés y por tanto no podía hablar con ella. Alguna cosa se les ocurriría para pasar el rato. De todas formas era una tía estupenda (además de estar buenísima, ¿lo había dicho ya?) y seguimos pasando muchas tardes juntos, cultivando una amistad que se mantendría dos o tres años por correo internacional. Incluso más adelante estuve en su casa un par de veces, cuando determinadas circunstancias inusuales que contaré en otra ocasión me llevaron a París. Ahora debe ser una abogada hecha y derecha. Si alguien conoce a Marine Jobert, natural de Join(t)ville, que haga el favor de darle un beso de mi parte y preguntarle si no echaría un polvo conmigo para que me quite la espinita. Y si cuela, cuela.

Las noches eran lo máximo. El servicio de autobuses de Edimburgo era completísimo, así que podíamos salir por el centro y volver a Portobello casi a la hora que nos diera la gana. Nos hicimos asiduos de un garito llamado The Stones. Bajabas unas escaleras y entrabas en un pub espacioso, con pintas de cerveza baratas, música rock y ocasionales conciertos de glam los fines de semana. También fuimos un par de veces a The Rocking Horse (conocido allí como The Mission), en Victoria Street. No sé si continuará allí, pero debería hacerlo. Tenía cinco pisos con ambientes distintos y nosotros solíamos quedarnos en el que ponían Rage Against The Machine y esas cosas. Creo que allí vi piercings por primera vez; la moda de las rastas y los tatuajes ya empezaba a llegar a España. Conseguimos entrar en un par de discotecas donde servían los refrescos con pistola gracias a las habilidades diplomáticas de monitores y profesora, que hicieron que unos cuantos chavales de 16 o 17 entraran allí donde había que tener 21. Y también consiguieron que la policía nos dejara tranquilos cuando vino a disolver un par de fiestas-botellón en pleno parque central de la ciudad. En una de ellas iba tan borracho que no podía ni levantarme ni casi balbucear, y todo era una confusión de luces de coche patrulla y voces incomprensibles.

Una de las últimas noches que pasamos en Edimburgo (nos largábamos justo cuando empezaba el festival de agosto, maldita sea) nos llevamos un susto tremendo. Estábamos apalancados en una callejuela que salía de Princes Street, cerca del Tourist Info, y se nos acercaron dos tipos. Uno de ellos, el más macarra, nos dijo que no nos moviéramos de allí y envió a su amigo a buscar a más gente. Se apartó un momento la chaqueta y pudimos ver que llevaba una pistola asomando por el pantalón. Los tres o cuatro que la vimos nos quedamos muy, muy tranquis. No recuerdo si informamos al resto entonces o ya a toro pasado. Su amigo no volvía y él se fue a ver qué pasaba, momento que aprovechamos para largarnos bien deprisa y refugiarnos en un pub o coger el primer autobús que pasara, no lo recuerdo muy bien. Probablemente se tratase de un arma de fogueo y el colega quisiera acojonarnos a ver si nos sacaba algo de efectivo, o puede que fueran secretas pero no nos quedamos a comprobarlo. Esta historia se la he contado a muy poca gente, más que nada porque probablemente no se la creerían. Pero es verídica. Cuando bajaba del autobús nocturno en Portobello tenía la costumbre de ir a fumar un cigarrillo a la playa. En una ocasión tuve que pararle los pies a un cincuentón escocés que se paseaba por allí con intenciones lúbricas. La cosa se quedó en un simple "I'm not gay, good night". La noche escocesa es intensa pero relativamente civilizada.

La vuelta a España fue dura. Seguí viendo a la gente de Castellón, y en la facultad me crucé de vez en cuando con un valenciano del que me hice muy amigo allí. Le gustaba Seguridad Social en su primera época post-punk y ambos volvimos a casa con una trenza de colorines que nos hicieron una de las últimas tardes de Princes Street en un puesto callejero que se adelantó unos días al festival. Vi un par de veces más a Marine en París, como ya he dicho. Y la imprudencia que cometieron mis padres al dejarme marchar un mes antes no fue porque pudiera pasarme algo, pese a aquello del tipo con la pistola. Fue por dejar que viera mundo, que probara el helado con Baileys, que comprara libros del Maestro y un disco de Tripping Daisy, que impersonara al monstruo del lago Ness en pleno lago Ness, que eligiera mal, que la gente me contara historias, que me encoñara, que me defendiera en otro idioma, que me emborrachara y cantara My carro was stolen, que visitara museos con una amiga que sabía algo de historia del arte, que cometiera mis errores. Que volviera de Escocia hablando valenciano, como dice mi tío. Así que ahora menos quejas.
 

Enviado por Manu, 18 de Septiembre 2004 a las 10:40 PM

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Comentarios

En 2003, l'article devait répondre aux mêmes conditions qu'en 2002. Le prix a été décerné à Marine Jobert (ESJ Lille) pour
un reportage intitulé "les esclaves de la mer" à propos des marins oubliés à Sète sur un navire poubelle.

Enviado por: brot, 22 de Septiembre 2004 a las 01:44 AM

Si es que lo de ver mundo es lo mejor. Yo ya contare algún día el verano que me dió con 17 añitos por marcharme solo a Londres, a ver si sabía sobrevivir por mi cuenta en un entorno hostil y extraño. Y lo conseguí. Más o menos.

Enviado por: Frank Einstein, 22 de Septiembre 2004 a las 04:43 PM

Hola!
Ho olvidado mucho de mi espanol desde 199... in Edinburg...
Quizas en inglès...
A friend of mine found your website.
I have been very moved when i read what you had written about this month together.
I did not forget you, but you know how life goes...
I'm 26... very old.
I live in Strasbourg, capitale of Europe as they like to say here.
I'm a journalist for a national radio. First job. It's ok.
What about you? Where do you live? What do you do?
Many things to learn from you!!!

Hope to hear from you soon.

Bises
Marine

Enviado por: Marine, 23 de Noviembre 2004 a las 05:59 PM

Yo me qiero ir a Londres a studiar inglés cuando llegue a 1 de BAT. Pero cn lo que stas contando mejor me lo pienso un poco... De todad formas ¿Qué nota sacast para q te dieran la beca? ¿Te la dió el Ministerio o la Generalitat?cnt xf

Enviado por: no importa, 4 de Marzo 2005 a las 07:09 PM

Buenas Manu.
Me ha encatado encontrarme con tu vivencia, estaba buscado información sobre Edimburgo y me he parado a leer tu simpatica historia. En unas semanas estare estudiando el ingles/escoces alli.
Espero disfrutar tanto como tu y llevarme tambien buenos recuerdos para poder contarlos con el mismo cariño que tu recuerdas los tuyos.
Saludos.

Enviado por: kika, 25 de Julio 2005 a las 02:42 PM

Buenas Manu.
Me ha encatado encontrarme con tu vivencia, estaba buscado información sobre Edimburgo y me he parado a leer tu simpatica historia. En unas semanas estare estudiando el ingles/escoces alli.
Espero disfrutar tanto como tu y llevarme tambien buenos recuerdos para poder contarlos con el mismo cariño que tu recuerdas los tuyos.
Saludos.

Enviado por: kika, 25 de Julio 2005 a las 02:43 PM

Bueno tampoco fue tan malo, no? Yo ya he estado estudiando dos veranos fuera, uno en Gales y otro Dublin, y también me han pasado mis cosillas. Otro dia las cuento. A por cierto, me voy la semana que viene a Edimburgo durante un mes, con una tal Mrs McQueen y en la calle Gracemount Drive, asi que si alguien lo conoce que me cuente algo, y si alguien se va también el miercoles 3 de Agosto que me lo diga, ok? Bye!!!

Enviado por: Gsus, 25 de Julio 2005 a las 07:55 PM

Has conseguido que tu historia recoja toda la esencia de lo que ha significado mi mes de julio en Edimburgo, que leches, la de cualquier persona en cualquier viaje.Ojala pudiera sacarala de la pantalla de mi ordenata y meterla en un frasco para llevarmela a todos sitios y xutarsela en vena a los gilipollas que no entienden que vivir es viajar. Me pareces un tio especial, has desenterrado recuerdos de viajes en los que no pansaba desde hacia tiempo.Y yo me ahogo en este puto pueblo¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡ Voy a ponerme mi cancion especial del mes de junio, MERCHE,de SEÑOR CHINARRO. Ah¡ el empollon que se ahoga en un vaso de agua se podia haber ahorrado el comenterio preguntando por las becas y las notas. Nunca te vere, Manu, pero que sepas que hueles a especial.

Enviado por: paola, 13 de Agosto 2005 a las 08:43 PM

Gracias por la información, estaba buscando cosas sobre Edimburgo y tu historia es de las más útiles. Dentro de un mes iré para allá para hacer un curso de ingles en Edimburgo, espero que mi estancia allí sea maravillosa.

Muchísimas gracias

Enviado por: Curso de ingles en Edimburgo, 11 de Agosto 2009 a las 02:19 PM

Hola Manu yo estuve en tu expedición y ademas vivia en Portobello en Brunstane Road pero hace tantos años que no se asociarte con una cara, si tienes contacto con alguien de auqella aventura me haria ilusión saber como os va.
Saludos
Alfonso

Enviado por: Alfonso, 23 de Junio 2010 a las 08:55 PM
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