Ojito: Pese a lo sencillo del argumento de la peli, es posible que no quieras leer esto si no la has visto entera. Tú mismo.
Kill Bill es un peliculón y quien diga lo contrario miente. Así de sencillo. Me he esperado a ver la segunda parte antes de emitir el veredicto y, circunstancias de la vida, ha tenido que ser tarde y en DVD. Pero en realidad me alegro de haber visto el segundo volumen cuando ya tenía claro que había un cambio sustancial respecto al primero, que no había una segunda orgía visual de violencia. Sabiendo de antemano que Kill Bill 2 era una película de Tarantino pura y dura. Seguramente a los críticos profesionales les habrá gustado más el segundo volumen que el primero, pero supongo que es porque los críticos profesionales tienen problemas con las orgías y yo no. Lo que no se puede negar es que la última película del bueno de Quentin es una y dos a la vez. Y, malversando una frase suya, que nadie me pida que compare una película de Tarantino con otra; pedidme que la compare con una película de otro director.
La historia es simple y, por mucho que se coman la cabeza en el como-se-hizo, queda bastante clara desde el principio. Uma Thurman, ex-asesina con nombre en clave exótico, es puteada hasta no poder más por un tal Bill y sus secuaces en el ensayo de su boda. Le dan la mayor paliza posible y, justo después de que ella diga a Bill que el bebé que hay en su vientre es suyo, éste le pega un tiro en la cabeza. Por supuesto, ella sobrevive y clama venganza tan pronto como recupera el conocimiento. En la primera parte se cobra algunas víctimas, y lo cierto es que la película no tiene demasiado secreto: tal y como la han tratado a ella, se merecen incluso más de lo que reciben, que no es poco. Obviaré las referencias a películas antiguas de artes marciales porque en realidad no son necesarias. Kill Bill vol. 1 es un regalo para la vista (y para el oído) por sí misma. Y poca gente se hubiera atrevido a rodar un derroche de efectos especiales como el del combate contra los 88 Maníacos en blanco y negro, o a poner una versión aflamencada del Don't let me be misunderstood como banda sonora del clímax final. O a incluir 10 minutos de excelente (y efectista) animación japonesa en mitad de una película de imagen real.
El segundo volumen no nos revela la historia completa, como se han hinchado a decir en las promociones. La historia (resumida en la palabra "venganza") está clara desde el principio. Lo que hace la segunda película es matizar algunos aspectos que veíamos clarísimos en la primera y que tal vez, sólo tal vez, no lo sean tanto. Sí, la Novia está más que justificada en sus ansias de acabar con Bill. Pero es que, coño, Bill es un tío muy majo para ser un cabrón despiadado. En el mundo en que vive, lleno de asesinos y katanas, parece ser el bueno: trata bien a su hija, cuida de su hermano y procura que sus discípulas reciban la mejor instrucción de manos de su propio maestro. Que es un cabronazo de mucho cuidado, igual que su padre adoptivo, lo cual en cierto modo (retorcido, claro, no olvidemos quién dirige la película) justifica muchas de sus acciones. Para ser un asesino, Bill no está mal. Y la Novia también es una asesina, así que Tarantino nos fuerza a ver la situación desde un punto de vista en el que matar no es algo malo por sí mismo. La característica que convierte a Bill en merecedor de la venganza que recibe es que jamás discrimina. Cualquiera que le traicione morirá la peor de las muertes. Cualquiera. Sea quien sea. Incluso la Novia. Lo que hace malo a Bill es que no es un ser humano: no tiene excepciones a las reglas que sigue, nunca dice "todos menos ella". Es una máquina de impartir justicia (a su manera, claro) que jamás piensa a quién se la imparte ni intenta comprender sus razones. El problema de Bill es que no tiene empatía. Que, a diferencia de los otros personajes de la película, no le preocupa el destino de quien ha compartido tanto con él. Que es un psicópata.
Hay más lecturas. Por supuesto que las hay, desde "mola y todos se dicen frases macarras y a Uma la entierran viva" hasta "es un alegato en favor de la maternidad". Pero la mía es que el auténtico protagonista de Kill Bill no es otro que Billl, y la Novia es quien le juzga correctamente a partir del tiro en la cabeza y decide quitarle de enmedio, primero por venganza y luego, cuando llega hasta él, para impedir que siga haciendo daño. Por mucho que le duela. Pero pasando finalmente del llanto a la risa al ver que (dentro de su mundo de katanas) ha hecho lo correcto.
Vaya por Diso, y yo que pensaba que Kill Bill, al igual que X-Men, era un alegato homofílico...
Enviado por: Germán, 8 de Diciembre 2004 a las 01:39 PMPues va a ser eso :-) Tampoco me hagáis mucho caso, que últimamente estoy de un trascendente que da asco...
Enviado por: Manu, 8 de Diciembre 2004 a las 06:30 PMGran película. Pasadísima de rosca, como debe ser, como Tarantino las quiere. No son dos, es una muy larga, y es excelente. Es cierto que a veces el personaje de la novia palidece con respecto a Bill, sobre todo al final.
Me encantan las situaciones extrañas de las películas de Tarantino, como la escena de la asesina y el predictor. Buenísima. Este hombre es absolutamente dionisíaco.
Enviado por: Aranluc, 10 de Diciembre 2004 a las 02:35 PM