10 de Febrero 2009

Asalto al tren

       –Hostias, me lo he terminado entero. Lo siento, de verdad que no ha sido aposta. Me hago yo otro.
       –Vale, si tiempo tenemos. Con el frío que hace, el cabrón de Josué no vendrá a buscarnos aquí ni de coña. Pero casi que mejor espérate a que se vaya el Cercanías que está parado delante. O eso, o seguimos adelante con el plan y lo atracamos.
       Juani sonrió después de terminar su frase y Paco, obediente, rió la gracia. Llevaban un cuarto de hora sentados en un muro bajo de la estación, charlando y tomándose su ratito libre del anochecer en su trabajo como empleados de limpieza. Los primeros cinco minutos los habían invertido en despotricar contra su jefe, como todo buen trabajador, mientras Juani sacaba los bártulos y liaba un canuto. Durante los otros diez minutos se habían estado pasando el porro con disimulo, ya que había un tren de cercanías entrante parado en la antesala de los andenes, esperando quién sabe qué. Paco se había estado dedicando a especular sobre la vida de sus pasajeros, bien visibles gracias a la iluminación interna, pero las caras de contrariedad de muchos de ellos le habían animado la imaginación hasta tal punto que se había olvidado de que a Juani también le tocaba fumar.
       –No hace falta que esperemos –aseguró Paco–. Para liarme el peta, digo. Casi no nos ven porque la luz del vagón les deja sin visión nocturna. Me pongo de espaldas con las piernas para el otro lado y ya está.
       –¿Entonces no atracamos el tren? –insistió ella en su idea. Le divertía pensar que, en realidad, era un proyecto factible.
       –¿Lo estudiamos bien hoy y preparamos la ruta de escape?
       Paco sonreía, pero Juani solamente pudo intuir el humor en su tono: él ya estaba de espaldas y había entablado combate singular contra su mechero Clipper, que estaba casi sin piedra.
       Juani había parido la historia del atraco después de que el tren se detuviera cerca de ellos, medio kilómetro antes de alcanzar la zona cubierta con andenes. Era el mejor lugar para esconderse del trabajo cuando soplaba viento del este. Seguramente el tren había salido puntual de su estación de origen pero se había adelantado por el camino (para inmenso regocijo de los pasajeros menos previsores que pensaran tomarlo por los pelos en las paradas intermedias) y ahora esperaba para entrar a su hora en València Nord. Si el motivo era que no quedaban andenes libres o simplemente no llegar demasiado pronto, los empleados de limpieza no lo sabían, ni tampoco les importaba demasiado. Solo eran conscientes de que ocurría muy a menudo.
       Igual que los pasajeros. De hecho, habían sido los comentarios de Paco sobre las caras de estos, paradas a mitad de camino –igual que el tren– desde el enfado hacia la resignación, las que le habían sugerido la descabellada idea de asaltar el convoy. Y ahora que lo había pensado, no se lo podía sacar de la cabeza.
       –Te digo que se podría hacer –dijo, en parte para entretener a Paco mientras liaba–. Fíjate. Si hay seguratas, están en el primer vagón, que no lo veo muy bien. Pero me juego un cubata a que no. Y el revisor no va a salir de la cabina ni aunque lo maten, porque sabe que los pasajeros no pararán de preguntarle por qué no avanzan.
       –Eso es verdad. El Calvorotas iba diciendo el otro día que cuando hay avería se atrinchera allí y se la suda lo que diga «el cargamento».
       –Vale, pues cogemos unos pasamontañas y unas pistolas de juguete, abrimos el último vagón, nos metemos dentro, la liamos en plan Pulp Fiction y en cinco minutos estamos corriendo entre las vías hacia aquella zona sin iluminar de allí –dijo, señalando con el dedo.
       –No sé, no sé. El tío alto de la coleta que hay dentro del vagón tiene un aire peligroso y varonil.
       Los dos rieron. La hierba de Juani era buena y no les hacía falta mucho más.
       –Desde esa zona oscura se puede salir saltando la valla, y casi nunca pasa nadie. Cruzamos la calle, corremos para poner dos o tres callejones de por medio rapidito y luego caminamos como buenos niños hasta la parada del metro.
       Paco volvió a pasar las piernas sobre el muro bajo y extendió una mano hacia Juani.
       –Toma, pétalo tú. No me parece mal, en principio. Poderse, se puede. Ese tren está parado en medio de la nada y no viene otro por ninguna parte. En cabina ni se enterarían. Pero ¿luego, qué? Cuando lo denuncien y Josué vea que tú y yo no aparecemos, estamos jodidos. –Vio la mirada de reojo que le lanzaba Juani–. Vale, vale, pero alguien habrá en la estación capaz de sumar dos más dos.
       –Hay que pulir el plan, admitido. Pero puede hacerse. ¡Ya está! Usamos una taquilla del Mercadona para guardar el botín, salimos por la otra puerta y volvemos por la entrada principal de la estación. Igual hasta llegamos antes que el tren. Si alguien nos ve, decimos que hemos salido un momento a tomar un...
       Le interrumpió un grito lejano. El viento del este les trajo sus dos nombres hasta el muro, procedentes de unos pulmones ariscos. Contra todo pronóstico, el cabrón de Josué había abandonado su cómodo asiento y su diario Marca para hacer su trabajo: ocuparse de que ellos hicieran el suyo.
       –Mierda para nosotros –dijo Paco mientras Juani descapullaba el peta contra el murito–. Quédatelo, que ya no creo que podamos escaquearnos juntos hoy en todo el turno. ¿Dejamos el atraco para mañana?
       El maquinista eligió ese mismo instante para despertar su locomotora y ponerla a mover vagones. Lo último que vieron Juani y Paco del tren, mientras bajaban al duro suelo, fue al tío alto de la coleta poniendo los ojos en blanco antes de guardar su libro en la mochila.
 

Enviado por Manu, 10 de Febrero 2009 a las 03:35 AM | TrackBack

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Comentarios

Lo que se le llega a ocurrir a uno mientras mira por la ventanilla del tren, ¿eh? :P

(Muy chula la historieta).

Enviado por: Santo, 10 de Febrero 2009 a las 10:33 AM

Jeje, gracias :) Sí, parece mentira para lo que da un cuartito de hora muerto...

Enviado por: Manu, 10 de Febrero 2009 a las 01:41 PM

Ey Manu, si no recuerdo mal, tenías varios post explicando algunas cosas para personalizar el blog en Zonalibre, ¿no? ¿Recuerdas más o menos las fechas de publicación o algo? Es que vuelvo al redil de Zonalibre (ahí afuera todo el mundo va armado) con blog nuevo, y quiero ponerlo todo en español, poner lo de últimos comentarios, feeds y todo eso... Pero no recuerdo dónde estaba todo en Movable Type y no sé ni por dónde empezar. xD Sé que has puesto algún que otro post sobre el tema, pero no tienes en el blogroll para navegar por tu blog por categorías.

En fin, si te acuerdas un poco, bien, si no exploraré con mucha paciencia. ;)

Enviado por: Santo, 10 de Febrero 2009 a las 01:46 PM

Espera, que lo busco desde dentro. Además, las categorías las estoy reorganizando antes de sacarlas de beta :) No te iban a servir de mucho...

Enviado por: Manu, 10 de Febrero 2009 a las 01:52 PM

Argh. Me sale una entrada de 2003 donde dije que escribiría una entrada y, con la seriedad que me caracteriza, no lo hice. Pero lo hago esta tarde en un ratito. De todas formas, si te conectas luego te cuento. Por si no puedes esperar, el resumen es: métete en Design -> Templates, haz copia de seguridad de todo por si las moscas y traduce lo que veas :)

Enviado por: Manu, 10 de Febrero 2009 a las 01:58 PM

Has puesto alguno más, recuerdo uno en el que pusiste el código para colocar lo de "Últimos comentarios"... Pero tranquilo, efectivamente no tengo prisa. :)

Enviado por: Santo, 10 de Febrero 2009 a las 08:24 PM

Qué bueno el relatillo. Ahí a lo Pulp Fiction con intenciones en plan y si alguno de vosotros se mueve, me cago en la leche, me pienso cargar hasta al último de vosotros. Lástima que en la vida real esas cosas no se hagan, porque si no, mi jefe se iba a cagar 0:-)

Enviado por: agente_naranja, 11 de Febrero 2009 a las 08:53 AM
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