Advertencia: Razonamiento resacoso.
Esta escena en concreto ha ocurrido en Castellón, pero no es más que un reflejo de la meta-escena que se repite cada domingo a lo largo y ancho del multiverso. Nuestro héroe ha conseguido sobrevivir a la noche del sábado a duras penas, ha resucitado de entre los muertos y ahora sale de casa para jugar la partida de rol de los domingos por la tarde. No tiene dinero ni tabaco, así que la primera parada es en un cajero automático, y la segunda en una máquina de tabaco. El trato con máquinas no se le da mal y el trato con seres humanos normales (sus semejantes resacosos) tampoco, pero sabe que para conseguir sus objetivos debe enfrentarse con una especie difícil: los encargados de franquicias.
Conseguir que alguien te cambie tu billete de diez euros por monedas que luego vaya a aceptar una expendedora automática es peor que robarle el fuego a los dioses: tiene aproximadamente la misma complicación y, una vez conseguido, la putada de que el cambio (a diferencia del secreto del fuego) no dura para siempre. No sé si es porque las franquicias tienen la política de putearme cuando más débil estoy, si es que jamás dan cambio a nadie y yo sólo lo noto los domingos o si es simple falta de previsión y de verdad todos los Häagen Dasz del multiverso se quedan sin cambio, pero siempre que visito una franquicia recibo la misma respuesta: "Lo siento, no puedo cambiarte". Lo cual implica que yo no puedo fumar.
Finalmente, nuestro héroe organiza su recorrido de forma que pase por algún bar abierto. No una franquicia, no un Café di Roma ni un Muerte por Chocolate, sino un bar de verdad. No son tantos, al menos en Castellón, pero en el primero que se encuentra consigue su objetivo. Y mientras enciende el primer cigarrillo del día piensa que, si algún día monta la franquicia que tiene en mente, los establecimientos llevarán un cartel que rece "Damos cambio los domingos" para que otros como él, tal vez, entiendan lo considerado de tal medida y decidan dejar allí los ahorros en lugar de comprar un heladito de nueces de macadamia en un lugar donde después renegarán de él en sus horas más aciagas. Los encargados estarán obligados a disponer de un cartucho de monedas de euro únicamente para cambiar a yonquis de la nicotina resacosos. Al fin y al cabo, será una norma más lógica que, por ejemplo, prohibir que las trabajadoras de Pans&Company besen en la mejilla a sus amigos, y esto es verídico.
Enviado por Manu, 1 de Febrero 2004 a las 11:00 PMDios, abre una en Barnacity, por favor...
Enviado por: Anakinet, 2 de Febrero 2004 a las 12:32 PMNo sé cómo serán vuestras ciudades, pero bares de esos los hay a patadas en Málaga. Si nos referimos, por supuesto, a lugares que están abiertos cuando vuelves de juerga, y decides tomarte la última con los borrachines de tu barrio (y te preguntas: ¿cierran muy tarde o abren muy temprano?). Lugares en los que ponen pinchos de tortilla por veinte duros. Con tres tragaperras y sin cabina (para que se noten las preferencias de los clientes). Esos sitios en los que la clientela, llegado cierto punto de la conversación (y de la borrachera) canta flamenco en lo alto de una mesa. Sin ir más lejos, en el bar de mi calle cada equis tiempo me despiertan de la siesta cantando todos a coro el himno de la Legión.
Lo que da que pensar. "El novio de la Muerte". Vamos a tener que preguntarle un par de cositas al viejo huesudo.
Enviado por: Santo, 2 de Febrero 2004 a las 02:17 PMVaya, veo que no somos los únicos que van a jugar a rol los domingos hechos una mierda jejeje. Un saludín.
Enviado por: Blackaria, 3 de Febrero 2004 a las 01:19 PM