Desde ayer se ven por internet blogs y más blogs publicando una misma entrada, llamada ¿Podrá soportar España 4.000.000 de bajas de clientes de banda ancha?. Se trata de una especie de carta abierta contra el acuerdo que parecen estar a punto de alcanzar la SGAE por un lado y Telefónica, Vodafone, Orange y ONO por otro. El texto completo puede leerse en cualquiera de los infinitos blogs que salen haciendo esta búsqueda en Google, así que me limitaré a señalar que básicamente, y en pocas palabras, se trata de amenazar a los principales proveedores de internet con un éxodo masivo de usuarios en caso de que sigan adelante con su plan, copiado de Francia y consistente en darnos tres avisos cuando nos pillen usando programitas malvados como eMule, y entonces pasar a reducirnos la velocidad de transferencia, filtrarnos las conexiones y, por último si no volvemos al redil, darnos de baja. Y las bajas son justamente el argumento con que se amenaza a los grandotes del sector en el comunicado que está difundiéndose.
Pero ¿de verdad cree alguien que empresas como ONO o Telefónica no se han planteado ya todo esto antes de seguir adelante con las negociaciones? ¿Es verosímil que no hayan echado cuentas por adelantado y que no hayan concluido que sigue compensándoles? ¿Se van a creer a pies juntillas que perderán cuatro millones de usuarios o ya cuentan con sus propias previsiones, posiblemente mucho mejor estimadas gracias a sus datos internos? Perderán usuarios, claro, pero la carga que les supondrán los que queden será muchísimo menor al no utilizar ancho de banda en el intercambio de archivos. Y como ni de coña bajarán las tarifas mensuales, seguirán ganando lo mismo o más. ¡Es que si no, no lo harían, cojones!
Cuando ONO se empezó a dedicar al capado cibernético, al poco tiempo apareció en los foros de eMule una versión no oficial, creada por un programador de aMule, que se saltaba los arbitrarios controles de velocidad impuestos por la compañía. La descargaron cuatro gatos, no cuatro millones. El truqui no empezó a usarse en serio hasta que fue incorporado de serie a las versiones oficiales del programa. Porque asumámoslo: el usuario medio de internet no es medio, sino tirando a bajo. Hasta que salió la versión oficial anticapado, la gente hizo lo que pudo para modificar los puertos, cambiar de cliente P2P o buscarse las habichuelas por otro lado. Pero pocos tenían los conocimientos, las ganas o el tiempo libre suficientes para contraatacar el capado o para cambiar de operador. Y con eso cuentan nuestros amiguitos en sus negociaciones.
Así pues, me imagino que (por desgracia) estarán descojonándose de la iniciativa. Si yo fuera ellos, (1) habría buscado la forma de poner el texto en caché para no invertir tantos recursos en servirlo cada vez que lo lee alguien, y (2) habría imprimido una copia en papel de váter para uso personal. Otra cosa sería informar, en plan masivo, de las opciones y recursos con que se cuenta para contrarrestar esas medidas. Creo que se les pondría el culito algo más pequeño si esos siete mil blogs hubieran publicado algo así:
1) Hay más peces en el mar, y posiblemente las demás empresas vayan a moverse para captar a los usuarios descontentos. Por poner un ejemplo, hoy mismo Jazztel ha anunciado que incrementará la velocidad de subida, cosa que favorece el intercambio de archivos.
2) Intentarán evitar que nos demos de baja, pero por ley deben concedérnosla en un plazo de 15 días y dejar de cobrarnos. La lista de Oficinas del Consumidor por si no cumplen está en la web del IMC, y la forma de reclamar se explica en esta página de Consumo. Leer daña un poco el cerebro, pero en este caso también puede ahorrarnos unos cuantos euros cuando a ellos les dé por hacerse los remolones con nuestra baja.
3) Los contratos con permanencia obligatoria, así sin más, son ilegales. De verdad. Comprobadlo si queréis. Nadie tiene un contrato de permanencia «sí o sí». Lo que entra en la legalidad es ofrecer ventajas (un móvil nuevo, un router inalámbrico, una rebaja en la tarifa) a cambio de permanecer cierto tiempo con ellos, pero hasta esos acuerdos pueden rescindirse devolviendo lo que nos han dado a cambio. Será engorroso y posiblemente acabemos cascando algo de pasta, pero ¿para qué narices queremos una conexión de chopocientos megabits si no podemos usarlos? A lo mejor hasta sale más barato devolverles lo que sea y cambiarnos a un operador con mejores tarifas. Cuando salga la cosa adelante, pondremos en marcha webs colaborativas (wikis, vamos) donde se estudien las condiciones de todos y cada uno de los contratos ofrecidos por estos cuatro tunantes, para que cualquiera pueda ver fácilmente si le conviene anularlo ya mismo o esperar un pelín, según los meses que lleve con ellos. Nos tocará leer un poco más, eso sí, pero tranquilos: no es tan malo para las neuronas como ver Mira quién baila, que es lo que acabaremos haciendo si nos cierran el grifo.
4) Mientras tanto, a quien siga con alguno de estos indeseables siempre le quedarán el streaming y la descarga directa, que funcionan con los protocolos HTTP y FTP, jodidos de capar en principio si no quieren cargarse también el visionado de páginas web, y no creemos que estén tan locos.
Pero conseguir que siete mil blogs publiquen una entrada educativa o informativa de este estilo (aunque sea una más seria, mejor escrita y sin faltar) es tarea imposible, ya que siempre ha sido mucho más 2.0 lloriquear cuando no se hacen las cosas a tu manera que, directamente, hacer tú las cosas a tu manera y si a alguien le gusta, que te imite. Y, como decíamos hace un momento, con eso cuentan nuestros amiguitos.