Hoy he ido con unos amigos a comer a un restaurante a medio camino entre vegetariano y chino [1]. Pequeñito, bien surtido, con una sopa de maíz de puta madre de la que he repetido tres veces. Pero sin cerveza. Bueno, sí, pero solamente tenían cerveza sin alcohol. Es decir, que tenía razón: sin cerveza. Ni vino. Y en el restaurante no se podía fumar. Hemos bebido agua y nos hemos ido a hacer el carajillo al bar de al lado.
Supongo que según qué clase de vegetarianos (no mi amiga, también presente hoy en el restaurante) considera que el alcohol y el tabaco son muy perniciosos para la salud y no quieren ni oír hablar de ellos. Ninguna sustancia nociva puede penetrar en el templo de tu cuerpo. Ommmm.... Pero al fin y al cabo el vino no es más que zumo de uva fermentado, y la cerveza lo mismo pero con cebada. No hay (prácticamente) nada artificial en ellos. Lo mismo se podría decir del tabaco, al menos de los puros o del tabaco para pipa. Pero en este restaurante concreto, ni alcohol ni tabaco. Fundamentalistas.
Una justificación podría ser que pretenden que en su local solamente se consuman productos equilibrados, sanos y estrictamente vegetales. Podría ser. Echaría por tierra casi todo el argumento anterior. Pero entonces...
¿Por qué coño servían cocacola?
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[1] The Nature, Pza. Vannes 7, València. Buffet libre por 6,50 €, señora.
Hoy me ha llegado la siguiente oferta de trabajo por correo electrónico:
Empresa: PEOPLE ETT - LEVANTE
Oferta: COMERCIAL SECTOR METAL
Población: chiva
URL Oferta: (URL)
La cual, claro, me ha sugerido la imagen de un comercial vestido con vaqueros, camiseta de Manowar y greñas, que se dedica a beberse birras con sus clientes. Porque al fin y al cabo, un comercial no es más que un vendedor pero a una escala mayor. En lugar de vender peluches (pongamos por caso) a los clientes, se dedica a vender material químico (pongamos por caso) a las empresas cerámicas.
Pero me sorprende que siempre haya tanto trabajo de comercial y tan poco de cualquier otra cosa. Llevo unos cuantos meses buscando trabajo por razones que ya contaré otro día. Durante ese tiempo he comprado periódicos especializados, he enviado currículums a academias y me he apuntado a webs como InfoJobs que, supuestamente, te envían ofertas de trabajo que encajan contigo. ¿Por qué, entonces, sólo me llegan ofertas de comercial? ¡Si yo no me sé vender ni a mí mismo! Y no es sólo cosa mía: en los periódicos solamente hay trabajo de comercial.
Mi hipótesis (poco elaborada y muy rebatible; se me acaba de ocurrir) es que, por mucha economía de mercado, liberalismo salvaje, comercio electrónico, optimización de recursos y hostias en vinagre, siempre hacen falta vendedores que sean capaces de establecer una "relación humana" con la otra empresa. Gente que no se limite a dar una lista de productos, características y precios para que los estudien los analistas de la empresa cliente, sino que se planten allí con una muestra del producto, expliquen su funcionamiento y sobre todo hablen con la gente. En un mundo como el que nos quieren vender, un comercial es innecesario. Bastaría con que la empresa A enviara a la empresa B por e-mail esa lista de productos, características y precios y la empresa B decidiera si le interesa o no.
Y eso me da una cierta esperanza. Me hace pensar que el mundo empresarial no está tan deshumanizado como yo pensaba, que las empresas no son autómatas, sino grupos de personas, aunque en otros aspectos de la vida empresarial se note menos. Siguen necesitando a alguien que diga que "tenemos las mejores lechugas del mercado, oiga" y pregunte a la otra empresa cómo lleva su tía la operación de cadera. Tengo amigos comerciales y yo no lo sería por nada del mundo, pero su existencia, el hecho de que no hayan sido sustituídos por máquinas todavía, me tranquiliza un poco.
The Gods made Heavy Metal
and they saw that it was good
They said to play it louder than Hell
We promised that we would...
Tras dos horas de pegarme de hostias con el Movable Type (TM), he conseguido darle al blog un aspecto razonable, bastante distinto al que llevaba por defecto. Cuando tenga tiempo, procuraré poner aquí un documento de "ayuda para lerdos", a ver si al menos consigo ahorrarle a alguien el mal trago de que los cambios que haces desaparezcan al reconstruir los archivos...
Me voy a dormir, que mañana he de seguir estudiando. Por la noche, nuevas tonterías en esta página, señora.
RENFE es una empresa que se dedica a transportar viajeros entre distintas localidades por medio del ferrocarril. Para ello cobra unas tarifas que, supuestamente, dependen de la distancia a recorrer y del grado de comodidad a disfrutar durante el trayecto. Para experimentar emociones fuertes recomiendo subirse en un Cercanías y asegurarse el trayecto más desagradable que se pueda concebir.
¿Venta anticipada? ¿Mandeee? Las taquillas tienen colas de veinte metros porque solamente hay una abierta de cada cinco. Y como sabemos de antemano que el revisor no nos dejará subir sin billete, hay que buscar alternativas. Las máquinas expendedoras parecen la mejor opción hasta que descubrimos que (1) la abuela de delante no se aclara, (2) el botón correspondiente a nuestro destino jamás funciona, (3) la máquina no acepta billetes de más de 5 , y (4) en caso de aceptarlos se atascará el billete durante 4 minutos y entonces perderá otro minuto devolviéndonos el cambio en monedas de 5 céntimos.
Supongamos que, aunque sea sin aliento, llegamos al tren a tiempo. Allí nos encontraremos con que el mismo revisor que nos hizo bajar la última vez, comprar un billete y esperar al tren siguiente (porque la empresa me obliga a multarle con el doble del precio; si no lo hago tendré que pagarlo yo de mi bolsillo) está vendiendo un billete en ruta, todo amabilidad, a la señora de nuestro lado que llegó a la estación hace un cuarto de hora y subió directamente al tren.
RENFE no tiene coherencia, pero lo compensa con una actitud muy definida: la del jódete, viajero pobre. Con un clasismo abrumador. Todo tren de Cercanías se parará a un lado de la vía para dejar pasar a otro tren más caro y rápido, sin importar cuánto tenga que alejarse del horario previsto, pero jamás dejará pasar a otro Cercanías aunque él mismo lleve media hora de retraso y sea más lento que el que viene detrás (en el que, claro, viajamos nosotros). En caso de incidente, el tren llegará retrasadísimo a su destino sin que nadie se haya dignado siquiera a informar al pasaje de las causas de la anomalía.
Siempre que cojo un Cercanías y me la meten doblada pienso lo mismo: el día que robe un rollo de cartulina de billete de tren, mi impresora echará humo y yo regalaré billetes al lado de las taquillas. Y me sentiré plenamente justificado.