22 de Octubre 2004

Como hagas una sopa te mato

Ha llegado el momento de rendir homenaje a mi pescatera, sin la que esta vida sería un poquito más puta. Vivo al ladito del mercado de Burjassot y a veces bajo a comprar la comida con el tiempo justo, a la una y media y sin ganas de andar hasta el Mercadona. Aquel día quería hacer una fideuà. ¿Tienes morralla para hacer caldo? Morralla no tengo, tío, pero espera y te hago un arreglo para sopa por tres eurillos. Vale, venga. El arreglo para sopa llevaba huesos, trocitos de emperador, gamba arrocera, mejillones, chirlas y un par de minisepias. Aquel día le compré también otro par de sepias, pero fue la última vez. No hacía ninguna falta. Con su arreglo para sopa, un tomate y ajo sale una fideuà o una paellita de marisco cojonuda. O una sopa, claro, pero es que no hay color.

Desde entonces estamos más o menos amadrinados por ella. Sabe que somos estudiantes -ella también, aunque tenga una pescadería- e intuye que vamos cortitos de pasta porque nosotros no tenemos pescadería. Cuando nos ve llegar (también conoce a Pau ya) enrolla, antes de saludarnos siquiera, un papel del que usan los pescateros y empieza a echar bichos y trozos de bicho. El preparado estándar es la lista del párrafo anterior, pero a veces vamos un poco tarde y se ha quedado sin algo o le ha ido muy bien el día o tiene que acabarse alguna cosa y entonces llega la fiesta. Hoy, sin ir más lejos, no tenía mejillones. Pero lo ha compensado con un montón de cigalitas que le quedaba, extra de chirlas y tres langostinos frescos, uno por comensal. Además del resto de ingredientes del arreglo básico, claro. Tres euros. Y como hagas una sopa te mato, que con esto te sale un arrocito o algo. Cuando vienen pijillas les cobro una pasta por lo mismo, a ver si cuando os coloquéis no os vais al Corte Inglés a comprar el marisco.

Descuida, tía.

Sabe como me llamo porque tiene mis carteles de clases particulares colgados en la pescadería. Yo no sé como se llama ella. Es la Pescatera Enmascarada, al rescate de estudiantes y otra gente de mal vivir. Olé sus huevos. Esta cerveza va por ella.
 

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21 de Octubre 2004

Racionalizando

Que cada uno racionaliza las cosas a su manera es evidente. Los niños adoptados deciden que sus auténticos padres son la gente que los ha criado pese a lo que diga el señor Mendel; algunos viajeros deciden que irse de tours organizados no es viajar de verdad; un tipo que conozco dijo una vez que "menos de tres gramos y nueve pastillas no es drogarse". Los ejemplos vienen a cuento porque también es evidente que algunas racionalizaciones son más mayoritarias que otras. La primera la comparte casi todo el mundo, la segunda tiene sus adeptos y la tercera... bueno, dejémoslo en que la tercera es peculiar.

Llevo algún tiempo dándole vueltas al tema del trabajo, supongo que se nota. Mi situación actual es que sigo dando clases particulares y ahora también hago cuatro horas semanales (que espero que se amplíen a seis o siete pronto) en una academia. Con eso aguanto más o menos el mes, sin demasiado vicio. No puedo gastarme 100 euros en un fin de semana loco ni comprarme el último de Terry Pratchett sin pensarlo, pero sí pagar el alquiler, comer, fumar y salir de baratillo. Mi economía es bastante inestable, sobre todo porque me quedaré en bragas si un mes me fluctuan las clases particulares, pero la cosa se estabilizará tan pronto como consiga dos o tres alumnos más. Estoy en ello. Por supuesto, también podría mandar todo a tomar viento y conseguir un trabajo al uso: hacer pizzas, servir hamburguesas, reponer productos en las estanterías del Carreful, convencer a verduleros de que se pongan un ADSL. Ir acostumbrándome para cuando oposite (supongamos) y tenga que seguir un horario estricto. Tener unos ingresos fijos cada mes.

Cambiar mi racionalización del trabajo. Porque en el fondo no es más que eso. La mayoría ve el trabajo como algo necesario, inherente a la vida, incluso como lo único que te define para los más extremistas. En según qué círculos (y la opinión está más extendida de lo que pueda parecer a primera vista) cuesta concebir la vida sin la jornada completa de ocho horas, la pareja, la hipoteca, el seguro del carro y el mes de vacaciones, que este año no me dejan partirlo, joder. Pero en realidad trabajar no es más que la única manera legal de intercambiar tiempo por dinero. Donde difieren de verdad las interpretaciones es en el alcance de ese intercambio. Jornada de ocho horas equivale a estabilidad, a poder afrontar gastos a los que te has comprometido. No seré yo quien diga que está mal, sobre todo si hay gente que depende de uno. Pero cuando no es el caso, cuando no hay hipotecas ni críos ni ganas, se reduce a una cuestión de cómo racionalizarlo. "Es que así no me aburro". "Es que así junto un dinerito para el coche". "Es que así puedo gastarme 100 euros en un fin de semana loco". O por otra parte, mi caso: no lo necesito. Puedo mantenerme -admitido: de aquellas maneras- sin renunciar a otro tercio largo de mi tiempo (porque ya se me va uno durmiendo). Al menos de momento, no debo nada a ningún banco ni gasto dinero en combustible y seguros. Vivo de alquiler y sí, pagando algo más podría meterme en un piso que acabaría siendo de mi propiedad, pero no me rasgo las vestiduras por no tenerlo. En pocas palabras: una jornada laboral de ocho horas no me es necesaria y por lo tanto decido conscientemente no tenerla mientras no me guste el trabajo, mientras sea cuestión de vender el tiempo y no disfrutarlo. ¿Incomprensible? No. Cuestión de racionalización. De alcance del trato que estás dispuesto a firmar.

O eso, o lo que ocurre es que soy un asocial. O un vago, que creo que está peor visto. Tampoco lo negaré tan de buenas a primeras, pero si no os importa prefiero que me llamen "racionalizador minoritario" que "vago". Me consuela saber que, pese a todo, la frase-resumen "no me sale de los cojones currar ocho horas al día" está mejor considerada que "menos de tres gramos y nueve pastillas no es drogarse". Por poco, pero lo está.
 

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16 de Octubre 2004

Felices 30

A veces paso de ti durante mucho tiempo. A veces te pongo los cuernos con demasiadas rubias. O tengo resaca y no me apetece jugar contigo, pero diré en mi defensa que no te cambio por una partida a las cartas ni que me maten. A veces pienso en cómo sería mi vida si no te hubiera conocido. A veces estoy allí pero pienso en no estar. O me busco excusas para no aparecer.

Y sin embargo te quiero. Que cumplas muchos más.
 

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15 de Octubre 2004

El puto terror japonés

No soporto las películas de terror japonesas. A estas alturas ya sé que decirlo en público no me gana ninguna simpatía en la comunidad friqui, pero es que de verdad no comprendo cómo se han podido poner tan de moda. No me asustan lo más mínimo, aunque también es cierto que no recuerdo ninguna película -japonesa o no- que me haya asustado demasiado. Como muchísimo, se me hacen desagradables. Y para eso ya está el gore de toda la vida, con el que además te ríes un rato. Por lo general, simplemente me aburren.

En el cine me dormí viendo The Ring, aunque a la salida me callara porque todo el mundo estaba cantando maravillas. Será que yo estaba cansado y no que la peli es un coñazo, pensé, pero resultó que mi subconsciente era más sabio que yo. Siempre lo ha sido. Después vi una en video -no recuerdo el título- que iba de un señor mayor que conocía a una chica en un cásting. Durante el noventa por ciento del metraje no ocurría absolutamente nada, y los últimos diez minutos eran gore bien hecho, muy desagradable y de muy mal rollo. No es que me moleste que una película se rinda a la fotografía a ratos (Tigre y Dragón me gustó mucho, por ejemplo), pero me repatea perder una hora larga con planos inútiles de japoneses mirando al infinito que, supuestamente, crean una tensión y un ambiente de intriga.

La siguiente trataba de una madre que se mudaba a un piso viejo con su hija y resultaba que el piso tenía mucha humedad. Terrorífico. Una historia que podía haberse contado en un corto de 15 minutos (tensión y ambiente de intriga incluídos) se estiraba hasta llenar hora y media larga. Por suerte esta vez mi compañero de visionado opinó lo mismo que yo y ni siquiera terminamos de verla. Pero no me rendí. Pensé que tanto fan del terror japo no podía estar equivocado y pusimos La Maldición en el DVD marca Panda (los mejores del mercado, señora) del piso. Otra al bote. En esta ocasión se trataba de una casa que albergaba recuerdos horribles de unos inquilinos anteriores y había niños fantasmales que aparecían de repente después de veinte minutos de preparación (tensión e intriga, no nos olvidemos) en los que los protagonistas se dedicaban a no hacer nada. Guau, no sé si esta noche podré dormir. En realidad no tengo ni idea de cine, pero tampoco me pareció que la fotografía justificara una película tan lamentable. Y así lo dije, cosa que llevó a una discusión que sólo terminó cuando nos fuimos a la cama. Yo dormí a pierna suelta. Me parece que hay segunda parte. Aleluya, que preveo tiempos de insomnio próximamente.

Y ahora saltará alguien diciendo que absolutamente todo el cine tétrico japonés está formado por obras maestras y que cómo puedo decir esas cosas después de salir con que Spider-Man 2 es un peliculón. Vale. Será que no tengo la mente abierta al cine oriental o que no soporto las historias angustiosas o lentas. Pero me gustaron Battle Royale y Shaolin Soccer, y creo que Cube, Pi o Memento están bastante bien. También me gustó Lost in translation, por poner un ejemplo reciente de peli lenta. Así que tiene que ser otra cosa. Algún defecto de fábrica (mío, por supuesto) o algo. Tendré que ver La Maldición 2 un día de estos a ver si se me quita el insom... uy, quiero decir la tontería.
 

Enviado por Manu a las 8:25 PM
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14 de Octubre 2004

Cerveza sin alcohol

Seguimos con el tema de las entrevistas de trabajo. Hoy el Maestro Piñones (que, como decía mi abuelo, no sabe leer y da lecciones aunque a mí se me ocurran otras rimas) hablará de esas extrañas entrevistas en las que es el entrevistador quien intenta convencerte de que su empresa ofrece grandes expectativas económicas. No le preocupa demasiado tu currículum, tu apariencia ni lo que hagas durante la entrevista: su discurso se reduce a explicarte que tus retribuciones dependerán directamente de tu capacidad negociadora. En otras palabras, vas a comisión, chaval.

La empresa a cuya entrevista he acudido hoy se dedica a distribuir e instalar los paquetes de comunicaciones de una conocida operadora que atiende exclusivamente a otras empresas. Sus comerciales -de eso era precisamente el trabajo, por extraño que parezca- visitan empresas más medianas o más pequeñas y procuran convencerles para que abandonen Telefónica y adopten alguna de las infinitas opciones de comunicación que ofrecen. En función del paquete contratado, si lo hay, el comercial se lleva una comisión que no cobrará hasta dos meses después. No vaya a ser que al mes la empresita en cuestión decida que esto no es tan bonito como se lo pintaban y se eche atrás.

Esta vez ya les había advertido por teléfono que no tengo carnet de conducir por si me ahorraba el madrugón, pero no pareció importarles. Cuanto menos, resulta sospechosa tanta ansiedad por contratar a cualquiera. Pero después del discurso-entrevista es hasta comprensible. Si por lo general las empresas ya arriesgan poco cuando contratan a alguien (despido fácil y barato, miserable sueldo mínimo y otras muchas maravillas de la legislación laboral), ésta no arriesgaba nada en absoluto. Ofrecía un contrato mercantil de tres meses para el que uno podía darse de alta como autónomo. En otras palabras, no trabajas para ellos: colaboras con ellos. Si les consigues clientes, cojonudo. Si convences a alguien de que se ponga una línea ADSL a 256Kb, ellos la instalan y cobran su dinerito cada mes mientras tú te llevas 20 euros. Y no te los gastes en vino, como dice mi abuela. Si por el contrario te dejas los cuernos durante tres meses pero no le comes la cabeza a nadie, aquí paz y allá gloria. Hasta más ver, que aquí el único que ha perdido algo (su tiempo) eres tú. Ni las ETTs llegan a tanto.

Necesito un empleo. Pero no porque piense que lo importante de una persona es su trabajo, como decía un comunista con el que hablé hace poco, ni porque me crea todas esas zarandajas de que el trabajo dignifica, sino porque no tengo un duro. En otras palabras, que ya me toca corregirme: no necesito un trabajo, necesito el dinero. Mi casera y el señor Mercadona no se caracterizan precisamente por su comprensión, qué le vamos a hacer. Me pasa como al Robe, que los camellos no le fían. Y comprendo que en un trabajo como el que ofrece esta gente de las comunicaciones puedes forrarte si eres un comepiñas redomado, pero yo no estoy seguro de serlo. No quiero mirarme al espejo y decidir beberme los 40 euros que saqué en limpio tras todo un mes de trabajo cuando una vez, de chiripa, convencí a un verdulero de que lo que necesitaba su negocio eran dos megabits de transferencia y diez cuentas de correo electrónico. Para colmo, no me los bebería directamente: tendría que esperar otro mes para cobrarlos. Y la bebida virtual demuestra la existencia de algo con menos sentido que la cerveza sin alcohol, cosa que creía imposible.

Ya se lo diré cuando me llamen para empezar los cursos de formación. A cargo de la empresa, por supuesto.
 

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13 de Octubre 2004

Anuncios por palabras

 

IMPORTANTE PARTIDO POLÍTICO DE CENTRO ofrece alcalde de gran Ciudad Española para su trasvase a partidos de tendencia radical izquierdista rompepatrias.

ACEPTARÍA A CAMBIO dinero, votos tránsfugas para recalificar terrenos en ayuntamientos costeros o, en su defecto, presidente extremeño o ministro de defensa cuya ideología concuerde más con los ideales del centro moderado.

RAZÓN: Calle Génova, 13. Preguntar por Ángel o Eduardo.


 

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7 de Octubre 2004

Como no hacerlo

Mira que he leído páginas web en esta vida sobre consejos para las entrevistas de trabajo. No por nada en particular, que hasta este mes no me habían invocado para ninguna. Simple curiosidad. Todas y cada una de ellas están compuestas de tópicos ("mucha gente piensa que el entrevistador es una especie de Dios") y obviedades ("no te extiendas más de la cuenta pero tampoco te dejes nada en el tintero"), con alguna gilipollez que otra ("la entrevista de trabajo es un primario e instintivo acto de comunicación") intercalada. De vez en cuando doy una vuelta por las páginas web que tratan el tema para ver si hay alguna novedad, si ha ocurrido algo que revolucione de golpe el mundo de las entrevistas laborales, pero siempre es más de lo mismo. Y lo cierto es que debe ser difícil escribir una lista de consejos que no parezca un calco de las ristras de frases manidas que circulan por la red.

Sin embargo, sí es posible escribir acerca de cómo no se debe llevar una entrevista de trabajo, y si no que me lo digan a mí. Ayer mismo me llamaron para un puesto de comercial en una cadena de tiendas de informática llamada K-Tuin. (El nombre tiene gracia, todo hay que decirlo.) Obviamente, no conseguí el trabajo. Pero sí las ideas para unos cuantos consejos -en negativo- que espero que sean de utilidad para alguien:

  1. Llegar con el tiempo pegado al culo podrá mostrar preocupación por la puntualidad y ser importantísimo para el entrevistador. Pero si uno llega a la entrevista caminando apresurado en un día caluroso, la puntualidad trae consigo un efecto secundario que tal vez no sea deseable del todo: el sudor. Menos mal que la tienda tenía aire acondicionado y me hicieron esperar cinco minutos allí para la entrevista.
  2. Sentarse antes de que te ofrezcan asiento será todo lo poco recomendable que se quiera, pero yo no noté ningún signo de reproche en la mirada de la chica que me entrevistó. Yo creo que hubiera sido peor quedarme de pie con cara de gilipollas, digan lo que digan las páginas web.
  3. Una entrevista que comienza avisándote que si en 15 días no has obtenido respuesta es porque el puesto es de otro no tiene pinta de ir a ninguna parte.
  4. En una entrevista para un puesto de comercial, cuando pregunten a uno si cree que su experiencia como profesor guarda alguna relación con el puesto a cubrir, es mejor ceñirse a las frases estándar ("tengo un gran don de gentes") que decir lo que dije yo: "Bueno, al fin y al cabo las dos profesiones consisten en hacer creer cosas a la gente". ¡La tía ni sonrió!
  5. Por mucho que uno vea claro que la entrevista no va a ninguna parte, no es recomendable tomar la iniciativa ni interrumpir a la entrevistadora, por muy bien que siente y mucha autoconfianza que dé. Y mucho menos para hablarle de tú y decirle: "Mira una cosa, yo no tengo carnet de conducir ni mucho menos coche propio; te lo digo porque si es necesario tenerlos, ya no te hago perder más tiempo".

Eso sí, dejar descolocado (por un momento aunque sea) a un entrevistador da gustirrinín, y a esas alturas de la entrevista ya resultaba evidente que era lo único que iba a sacar en claro de allí. A ver si llamo a esta otra y se me da algo mejor...

Oferta de Infojobs
No entiendo porqué me siguen enviando estas cosas...
   
Enviado por Manu a las 6:22 PM | Comentarios (5)
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1 de Octubre 2004

Ni a hostias

Debate electoral yanqui por todas las televisiones. John Kerry dice que ha sido militar y que sería un buen comandante en jefe del ejército estadounidense. George W. Bush dice que él habla cada día con el director del FBI y con presidentes de otros países. Kerry dice que Bush es un mentiroso, Bush dice que Kerry es un incoherente y por una vez -paradojas de la política- ambos tienen razón y dentro de unos meses los norteamericanos elegirán entre mierda caliente y mierda fría. Y la que salga nos la comeremos todos.

Poco antes, en otro canal, un poeta gaditano leía unos versos breves sobre el amor pasado. Tenía el mar de fondo. No era muy bueno declamando pero decía con más gracia que yo que, para un ex-amante, "perdón" es una palabra que no va asociada a sentimiento alguno. No hay perdón en el alma porque en realidad no hay nada que perdonar. Los guisos que valen la pena se cuecen siempre a pachas. Y el único sentimiento que cabe es el de gratitud por los efímeros momentos de hermosura (estas últimas sí son palabras suyas) que nos fueron otorgados. Entonaba un "que me quiten lo bailao" pero lo desposeía del matiz egoísta, lo revestía de cariño y nostalgia y lo convertía en un "que nos quiten lo bailao".

Y todo eso en mucho menos tiempo del correspondiente a cada intervención de dos mierdosos estirados que no comprenderían algo tan simple ni a hostias, y eso que el idioma lo dominan perfectamente.
 

Enviado por Manu a las 4:10 AM | Comentarios (3)
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