28 de Noviembre 2003

Bowling

Una de las portadas de la película
Llevaba tiempo queriendo ver Bowling for Columbine, el documental que hizo (y por el que dieron un óscar, ya ves) el autor de Estúpidos hombres blancos, Michael Moore. Durante dos horas, y tomando como punto de partida los asesinatos del instituto Columbine, el documental da un buen repaso a la sed de sangre estadounidense. Lo que en según qué manos daría para un buen tostón de docudrama se convierte en casi dos horas que pasan volando, a medias entre la risa y el pasmo. Contiene trozos surrealistas de noticiarios reales, un corto de los creadores de South Park sobre la historia americana, unos cuantos datos casi increíbles sobre asesinatos en el mundo y, al menos el DVD que yo he visto, una rueda de prensa donde el autor no deja títere sin su dosis de sentido común.

No me ha defraudado en absoluto pese a que todo el mundo decía que era genial y, por otra parte, ya me había creado mis propias expectativas después de leer Estúpidos hombres blancos. Y ya se sabe lo que pasa cuando esperas demasiado de algo... Lo mejor de todo el documental es el propio Moore, repartiendo estopa por donde pasa: entrevistando a responsables de empresas bélicas, llevándose a dos "daños colaterales" de Columbine a unos grandes almacenes y montando escándalo hasta conseguir que dejen de vender munición, e incluso plantándose en casa de Charlton Heston, fingiendo ser prensa amiga con su carnet de la Asociación Nacional del Rifle y llevándole a terrenos donde el muy cabrón no quería pisar. En esta película incluso a Moore le toca reconocer sus propios errores, ya que el objetivo del documental era demostrar que la fuente del problema era el libre mercado de armas y una visita a Canadá le demuestra que, bueno, no necesariamente, oiga. Allí tienen las mismas armas y muchos menos asesinatos.

En pocas palabras, es muy grande y no le puedo hacer justicia en este post después de verlo sólo una vez. Está hecho con cierta objetividad, mucha ironía y considerable mala leche. Y algo así se echaba mucho de menos desde que, ya casi hace un año, por aquí a algunos les dio por cerrar Caiga Quien Caiga.

Enviado por Manu a las 4:24 AM | Comentarios (3)
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26 de Noviembre 2003

Busca las diferencias

Escribo esto con un teclado antiquísimo, sin botoncitos para funciones de internet pero con unas teclas que arman tal escandalera que creo que acabaré despertando a alguien. El otro teclado no responde por mucho que lo reinstale, lo conecte bien e incluso abra el ordenador para ver si se ha soltado el puerto. (¿Qué habría hecho si el problema fuera ese? Ni idea.) La documentación del teclado estaba en varios idiomas pero se apreciaban sutiles diferencias entre ellos, que ilustro a continuación:

(c) Cagontó Enterprises 2003

¿Procuro no hacer fuerza al enchufar el teclado o basta con que lo conecte con el ordenador apagado? Mañana lo decidiré. De momento, intento evitar pensar que mi vida se acabará convirtiendo en un gran problema de traducción.
 

Enviado por Manu a las 3:12 AM | Comentarios (2)
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25 de Noviembre 2003

Fama y gloria

Me cuentan que aparezco en los créditos de la reedición de El Segador, de Terry Pratchett, que acaba de salir a la venta. Salgo como revisor, debajo de la traductora y de un "agradecimiento" a otra editorial por ceder la traducción para que yo le metiera mano. Suscribo el agradecimiento: me gustó mucho meterle mano, obtuve beneficio de ello y ahora se me hace una mención pública. Como a Cleopatra, o a Marilyn.

Me gustaría mostrarme indiferente ante el hecho de que mi nombre aparezca en miles de libros, pero he de decir que no puedo. Sé que no cambia nada, que también revisé los dos libros que publicaron antes (en los que no se me nombra) y que quienes tenían que saber eso, ya lo sabían. Todo muy lógico y cabal, pero la mente humana no funciona así. Cierto vampirillo me decía en el foro que me he ganado un pequeño lugar en la estantería de su cuarto. Me encantó. La gente me da la enhorabuena y, aunque es por la tinta que ha gastado la editorial en poner mi nombre y no por lo que de verdad he hecho, me sigue encantando. Lo mejor, sin duda, es que quienes me quieren (y se han enterado del tema) se alegran; y de sus "ya era hora" sólo puedo deducir que es porque aprueban que se me reconozca. Digo yo que no será tan frecuente que se nombre al revisor en los libros, si la gente se queja de que muchas veces no aparece ni el traductor. Más puntitos para mi marcador de ego, que hoy anda en límites peligrosos.

Al mismo tiempo, la mención me acojona un poco. Todo esto ha coincidido con el momento de ponerle estadísticas al blog para satisfacer mi curiosidad sobre tí. Ahora pierdo algo más de tiempo (y ya perdía bastante) mirándolas, y he descubierto que hay alguien ahí fuera que llegó aquí buscando "Weblog Manu Viciano" en Google. No es significativo --al fin y al cabo, también entró alguien buscando "padre analfabeto"-- pero da vértigo, y más teniendo en cuenta que casi firmo esto con nombre y DNI.

Pero ya se sabe que el remedio contra el vértigo (y contra la resaca) es intentar volar. Señores paparazzi, si quieren esperarme a la puerta de casa para sacarme en la portada del Qué me dices y la Superpop, les daré gustosamente mi dirección. Pónganme al lado de Britney Spears.
 

Imagen que no viene a cuento:

Dibujito que me hizo mi hermana durante una comida familiar
Mi hermana me quiere, pero sabe reconocer
a un cabeza de hogaza cuando lo ve...

 

Enviado por Manu a las 3:39 AM | Comentarios (4)
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23 de Noviembre 2003

Mundo irreal

El Peugeot sale de la noche y sigue su trayecto por la N-340, que necesita desdoblarse en autovía pero no lo hará nunca, a este paso. El fin de semana ha sido intenso, sobre todo para el copiloto. Aun así, él y el conductor ríen comentando sus dos noches anteriores. "Tu alumna está aquí": esa es la peor frase con la que se puede despertar a alguien que ha dormido cinco horas y tiene resaca, siempre después de "McClane, hay un tipo llenando de bombas la ciudad y dice que quiere hablar contigo".

Nos cruzamos con varios camiones que lucen letreros electrónicos detrás del parabrisas. Acierto a leer nombres propios, así que llegamos a la conclusión de que los letreros deben ser una forma de personalizar los mastodontes que conducen varios camioneros. O eso, o una manera de obligarnos a saber que "Ramón ama a Luisa" aunque sea de noche.

De repente el mundo se vuelve irreal. Los faros del coche iluminan algo en la carretera. Son como motas de polvo pero del tamaño de canicas, en suspensión hasta una altura de un par de palmos sobre el asfalto. Justo después de que los tripulantes se pregunten qué será eso, se inicia una llovizna con la que los limpiaparabrisas consiguen ensuciar la luna delantera. Solucionando el problema con chorros de agua jabonosa, conductor y copiloto se olvidan de las canicas etéreas.

Hay que poner los diez sentidos en la carretera porque los accesos a los pueblos de Valencia están diseñados por algún cretino esquizoide. El Peugeot vuelve al mundo real y se pierde de vista en la noche.

Enviado por Manu a las 9:57 PM
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21 de Noviembre 2003

Yo soy la ley

Acabo de ojear una página llamada "Manifiesto ARS sobre weblogs" a la que tampoco quiero dar demasiada importancia, pero ya que me sirve de excusa para volver a salpicar esto de demagogia --que ya hacía tiempo--, la comentaré. Se trata de una serie de normas anónimas, un voto de pureza cuyo redactor (no sé si en serio o no) anima a acatar a cualquiera que tenga un blog. El tono del escrito pretende ser ofensivo (habla de dialectos regionales, de aspirantes a supernena, de depresivos y de plastas), pero nada que vaya a escandalizar siquiera a un fanático de la corrección política. Y entra en contradicciones. Dice "no te obligues a postear a diario", pero termina diciendo "escribe a diario o casi a diario". Dice "cuida tu ortografía", pero escribe "subrallado". Y unas cuantas más que no apunto porque, como decía, no tiene importancia.

Es como cualquier ley, ni más ni menos. Arbitraria, inconsistente. Rígida, y por tanto ineficaz. Impersonal, diseñada para un ser abstracto llamado "sociedad" que nos hemos inventado nosotros. Escrita por alguien que puede saber más o menos de lo que habla, pero que está imponiendo a otros una conducta que él se saltará a la torera, porque él es la ley. Alguien sabio (sí, Terry Pratchett) dice que hay dos tipos de personas que se ríen de la ley: los que la inclumplen y los que la crean. También dice que las leyes están para que pienses antes de saltártelas, pero ahora vete y explícaselo al nacional que acaba de arrestarte.

Tampoco digo que haya que abolir todas las leyes. Leyes como "prohibido cruzar por el paso a nivel cuando la verja está bajada" son un sustituto del sentido común para quienes no lo tienen. Leyes como "prohibido matar" son un sustituto de un sistema moral en condiciones, inútil tal vez por hipócrita (los ejércitos siguen matando impunemente). Leyes como "evita tics lingüísticos en tu blog" son un remedio contra el despiste. Leyes como "prohibido construir en la poca costa que nos queda" son un remedio contra una especulación que, prácticamente, ya no tiene remedio.

Pero leyes como "prohibido fumar porros" o "prohibido ir en pelotas por la calle", simplemente, son estúpidas. (Sí, estoy hippie hoy).

Y no son más que eso: tristes sustitutos, malos apaños y puras estupideces, redactadas en forma de artículos numerados para darles una apariencia respetable. Para intentar fingir que vale la pena derramar sangre por ellas. Para intentar disimular que podríamos tener algo mucho mejor.

Enviado por Manu a las 7:14 AM | Comentarios (7)
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17 de Noviembre 2003

Desfici

Creo que no existe ninguna palabra en castellano que defina bien la sensación de querer hacer algo pero no saber muy bien qué. Por aquí se le llama desfici. Estoy desficiós, y eso que es domingo por la noche y como debería estar, después del fin de semana, es durmiendo. Pues no. He empezado mil cosas y mucho me temo que lo único que acabaré es este post. He empezado a traducir al inglés un artículo de biología que han escrito unos amigos de mi hermana, que les corre prisa y seguramente se publique. He empezado a componer el Puercoespín del mes que viene. He empezado a hacer limpieza en el disco duro de este ordenador, y también en mi cuenta de correo, que en realidad es una cuenta de spam con el ocasional mensaje de verdad. Y finalmente me he rendido a la evidencia, he aceptado mi desfici y me he dado una vuelta por foros y por blogs.

En el blog de Jamfris he encontrado un link que me ha demostrado que no estoy solo en el mundo. Hay gente más desficiosa que yo, que dedica su tiempo a crear un programa que genere imágenes como esta:
 


 
Otra cosa no, pero tranquilizar, tranquiliza. Ahora sólo falta que me quite el desfici y me deje irme a dormir...

Enviado por Manu a las 5:36 AM | Comentarios (8)
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15 de Noviembre 2003

Toca Matrix Revolutions

Ya sé que a estas alturas hablar de Matrix 3 es casi como hablar de Letizia Ortiz o de Rociíto, pero hay algo que me preocupa. Muy, muy poca gente dice que le ha gustado la tercera parte de la trilogía. La mayoría de comentarios son negativos. En los foros de internet todo el mundo la pone a caldo, y me pregunto si no será (al menos en parte) porque --no siga leyendo si no la ha visto, señora-- no termina con una victoria aplastante del bando humano y la destrucción total de las Inteligencias Artificiales.

Antes de seguir, diré que a mí me gustó la película. Salí del cine un poco descolocado (porque el final es muy precipitado y, sinceramente, yo también me esperaba otra cosa), pero después de comentarla un poco con los amigos me di cuenta de lo que ocurría. Estaba esperando una de las dos siguientes opciones: (1) El supuesto mundo real de Sión es parte de Matrix. Muy predecible, de hecho era lo que los Wachowski querían que pensara todo el mundo, pero me hubiera gustado. Hubiera sido una analogía bonita con gran parte del "mundo alternativo anti-sistema" actual, con los punkis de diseño que van a garitos cool, se dejan una millonada en ropa y tardan más en vestirse y arreglarse el pelo que mis conocidas más pijas. (Nota mental: hablar otro día de esto, que hace tiempo que no voy de demagogo.) O bien (2) Neo coge superpoderes en el mundo real, machaca a las máquinas, salva a todo el mundo y los humanos juran no crear una IA nunca, nunca más. Este final me hubiera decepcionado.

Lo que ocurre realmente es que en Matrix 3 no somos los buenos, los que podemos machacar sin compasión porque está justificado moralmente. Las buenas son las máquinas. En los cortos de animación se deja bastante claro que quienes empezamos a putearles, y quienes seguimos haciéndolo hasta que no pudieron más, fuimos nosotros. Lo que ellas hicieron es mantenernos en estasis (y, ya que estamos, utilizar nuestra energía) y darle vueltas al tema a la espera de que a su programa "estrella" (el Oráculo) se le ocurra un plan de paz viable. Por eso aceptan soltar a quienes así lo quieran al final, cuando lo lógico --si las máquinas fueran tan malas malísimas-- es dejar que Neo les solucione el problemilla que tienen y luego, no hay trato que valga, acabar con Sión de todas formas.

A mí me gustan mucho las escenas de lucha con efectos especiales. Cada uno es como es. La "estética" de la película (el cuero negro de Trinity, sobre todo) me pone. Y aun así comprendo que hay miles de razones para odiar al menos las dos segundas partes: el rollito "NoSoloMúsica" mega-guai que se llevan (sobre todo en la fiesta de Sión y la de la tercera); las pseudo-filosofías orientales embutidas, porque no hay otra palabra, en el guión; los discursitos de Morfeo; el mesianismo que se desprende de toda la saga... Yo mismo, un tipo que ha disfrutado con las tres películas, soy consciente de todos esos puntos negativos. Lo único que espero es que la corriente de odio hacia Matrix 3 sea por alguna de esas cosas, o por esnobismo, o porque el guión hace aguas, o porque "simplemente me parece una mierda". Espero que no sea porque la gente esperaba ver la sangre de las máquinas y les han dado paz.
 

Enviado por Manu a las 6:30 PM | Comentarios (2)
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12 de Noviembre 2003

Disculpe, señor

A todo el mundo le ocurre, supongo, al pasar de los 20 o 22 años. Vas por la calle y un chavalín de instituto se tropieza contigo, y entonces te dice: "Disculpe, señor". O te habla de usted para pedirte una dirección. O algo. Normalmente me tomo estas cosas con alegría y algo de cinismo, más que nada porque a los 16 años yo también pensaba que a los 25 se es un viejo, y mírame ahora. Estos nueve años se me han pasado en diez minutos, y a ese chaval le ocurrirá lo mismo. Pero claro, a los 16 nadie que no tenga 16 está en tu onda. Ahora he fijado la edad límite para afirmar que alguien es "mayor" en los 40 años porque soy algo más sabio (digo yo) y quiero dejar que pase más tiempo antes de tener que contradecirme.

El caso es que, como todos los martes, iba yo en metro a dar clases particulares. Para variar un poco, y pese a que no me conviene para los transbordos, me he puesto en la parte de delante del vagón. De pie, porque no había más remedio, miraba por un cristal el cuadro de mandos del cacharro y las vías que se extendían por delante. Cuando el metro se ha metido bajo tierra y el conductor ha encendido las luces, los túneles decrépitos parecían sacados de una película de terror barata. Cada vez que el metro aceleraba y bajaba la intensidad de los focos, yo disfrutaba como un crío. Era una montaña rusa chapucera, pero barata.

Y justo entonces, en un frenazo, una chica se ha tropezado conmigo y me ha soltado el famoso "disculpe, señor". No era una quinceañera. Debía tener mi edad o tal vez uno o dos años menos. Me imagino que lo diría porque no me veía bien, porque yo tenía la cabeza girada hacia el cristal de la cabina, pero me ha impresionado porque ha sido justamente en un momento en el que disfrutaba como un chiquillo. Tampoco es que le haya dado mayor importancia, pero me ha vuelto un par de veces a la cabeza mientras jugaba a moverme rápido y adelantar hábilmente a la gente en los andenes y las escaleras mecánicas.

La mala vida debe estar dejándome senil.
 

Bono-metro de los caros, maldita sea
El ticket de la montaña rusa.

 

Enviado por Manu a las 2:23 AM | Comentarios (2)
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10 de Noviembre 2003

Flashes de Rosell

Flash. Viernes por la noche, carretera desierta. Seguimos en dirección Rosell al dueño de la casa donde pasaremos el fin de semana todos los colegas. El conductor de mi coche me dice: "Aguántame la cerveza, que les voy a hacer un marcianito". Apaga las luces de posición, enciende las de emergencia y se pone a dar destellos con las largas. Un minuto después el dueño de la casa ha parado en el arcén, preocupado. Me toca a mí decirle por la ventanilla: "No pasa nada, no pasa nada, sólo era un marcianito". Me llama payaso a mí, que lo único que he hecho ha sido sostener una lata. Una bicicleta nos adelanta.

Flash. Ya en Rosell, instalados y de fiesta, alguien dice que podríamos levantarnos pronto el sábado para ver el pueblo. Los que teníamos pensado acostarnos pronto el sábado cruzamos miradas significativas.

Flash. Diez de la mañana del sábado, o algo así. Paseando un rato a Thor (el poderoso perro de Javi), nos damos cuenta de que en Rosell tampoco hay tanto que ver. Lo más interesante del pueblo está en nuestra casita. Nos volvemos.

Flash. Cinco y media de la tarde del sábado. Despierto después de dormir 5 o 6 horas. En el salón hay gente jugando a la consola y una partida a El Golpe en marcha. Me apunto, aunque pierdo miserablemente porque el único que sabía jugar de antes tiene a la mitad de la mesa engañada y cumpliendo sus órdenes. Qué se le va a hacer.

Flash. Cuatro de la mañana. El dueño de la casa quiere que dejemos de armar escándalo a esa hora, así que los que quedamos despiertos decidimos irnos a un bancal en las afueras que descubrimos la noche anterior. Preparamos bebida y partimos. Hay mucha niebla y en la carretera del fondo se ven luces borrosas de vez en cuando. Los árboles no tienen hojas y hace frío. Si Thor ladra una vez más, tendré que prepararme para repeler el ataque de la horda zombi.

Galactus, el devorador de mundos
Flash. Poco después. Una conversación sobre órdenes de alejamiento a maltratadores ha degenerado en una competición para inventar aparatos de medida estúpidos. El más demencial, por una vez, es mío: el Galactusómetro. El galactusómetro mide el grado de galactusismo de cualquier individuo, es decir, su tendencia a ponerse cascos rosa con forma extraña y a devorar mundos. En su momento tiene mucha gracia, aunque esté feo que lo diga yo. Poco después, un error de dicción nos lleva a inventar el galactusódromo, lugar donde los Galactus hacen carreras. Ha sido ese tipo de noche.

Flash. Domingo por la tarde, volviendo a Castellón en coche después de recoger la casa y comer algo. De día no se puede (ni se debe) hacer marcianitos. De todas formas, estamos tan cansados que ni siquiera se nos ocurre.

Enviado por Manu a las 9:43 PM | Comentarios (0)
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5 de Noviembre 2003

Acumulando rabia

Tengo una teoría sobre la rabia. No es muy original ni tiene más base científica que la observación, pero es la mía.

La furia en sí no es mala. Lo peligroso es la falta de control sobre ella. Todo el mundo se cabrea; la vida cotidiana es tan miserable a veces que no podemos evitar que los diez picotazos de cada día nos lleven a querer prenderle fuego al panal entero, por muy gilipollas que sea esa actitud. El asunto no es no enfadarse por nada, porque eso es imposible. Nos enfadamos, es un hecho, y puede ser útil porque sin rabia David no habría vencido a Goliat ni Goku a Freezer. El problema viene cuando no hay Freezer contra quien luchar o cuando uno no sabe controlar sus explosiones y acaba gritándole a quien quiere, buscándose otro David más pequeño o simplemente volviéndose mezquino. Un ser mezquino no es más que alguien cuyo depósito de furia hace aguas (lo que le hace incapaz de tener estallidos controlados) y se limita a manchar levemente a quienes le rodean, continuamente, todo el tiempo.

La clave es el control. Hay gente incapaz, como en todo: un ejemplo serían los skin-heads. Otros tratan de disipar los rencores haciendo ejercicio o, en menores dosis, yendo a un salón recreativo y echando unas partidillas al Time Crisis II pistola en mano, esperando a que aparezca un objetivo a batir para el que cerebro y entrañas se pongan de acuerdo. Y supongo que los más sabios serán capaces de administrarla, de enfocar bien la rabia y soltar la dosis justa cuando es necesaria. Seguro que hacen algún tipo de entrenamiento zen y acaban levitando, trascendiendo y siendo felices, los muy cabrones.

Todo esto viene a cuento porque el crío al que doy clases me pone cada vez más nervioso. Los transportes públicos valencianos (RENFE incluida) son mezquinos y me desean la desgracia. Los telediarios no hablan de otra cosa que de la princesita Ortiz, y a mí tanta monarquía me cabrea. Y jugar al Time Crisis II, ahora que los cyber-cafés están extinguiendo a los recreativos de toda la vida, está cada vez más difícil.
 

Enviado por Manu a las 6:30 PM | Comentarios (1)
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4 de Noviembre 2003

"Estúpidos hombres blancos", Michael Moore

Portada
Lo leí en una noche, a finales de la semana pasada [1], parando sólo para encender cigarrillos y llenar la jarra de agua. Estúpidos hombres blancos se lee solo. Desde el primer capítulo, que consiste en una petición de intervención de la ONU es los Estados Unidos para sofocar el golpe de estado que dio en Florida el actual gobierno republicano, engancha como una mala cosa.

Michael Moore es lo que se conoce científicamente como un "rebotado". Un tipo con las ideas claras, la opinión bien formada, que se ha marcado un objetivo en la vida y ¡coño!, ha conseguido vivir de su objetivo. Hay que admitir que en un país como EE.UU., en los EE.UU. que él mismo pinta, algo así tiene su mérito. Según mis estadísticas uno de cada tropecientos mil rebotados consigue que se le escuche, pero hay que llevarlo dentro, hay que acumular mucha mala leche, para ser ese rebotado mediático.

El libro trata de combinar datos fiables sobre la política yanqui (es decir, global) y cierta ironía, aunque con altibajos. Hay momentos impagables, como la carta abierta a George Bush Jr. donde le pregunta "preocupado por un amigo" si es capaz de leer y escribir como un adulto, ya que si no podría suponer una amenaza para la seguridad nacional. La evidencia apunta a que Junior es un pobre analfabeto, marioneta de los amigotes de su padre. Las fichas de ayuda para presidentes también son geniales. Y cuando rebaja el cachondeo sarcástico y se pone a dar datos, son interesantes hasta el punto de mantenerte pegado al libro, alucinando con lo que llega a hacer el poder económico en América y esperando a que Moore dé su siguiente mandoble.

Tengo que ver Bowling for Colombine, el documental por el que le dieron un óscar. Porque cuanto más se cabrea, cuanto menos se entretiene en dar hondanadas de datos, más divertido es. Aunque, todo hay que decirlo, si la mitad de los datos que da es cierta, suscribo la petición de intervención internacional en norteamérica. A lo mejor no lo decía de cachondeo.

--
[1] De 12 de la noche a 6 de la madrugada. Todavía era octubre y podía permitirme faltar a la clase que tenía por la mañana. Era bonito. Volver.

(Estúpidos hombres blancos se puede comprar en CasaDelLibro.)
 

Enviado por Manu a las 7:30 PM | Comentarios (7)
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