30 de Enero 2004

The dullest blog

Quim Monzó escribía el fin de semana pasado un artículo sobre los blogs en el Magazine. Contrariamente a lo que suele ocurrir con lo que publica Monzó, el artículo en sí no era demasiado interesante: una sarta de tópicos comparando los blogs con los diarios que los adolescentes escriben y cierran con candado para poder sincerarse con alguien. Más de lo mismo. A Monzó no le gustan demasiado la mayoría de weblogs con los que se encuentra, pero eso es lo de menos. Todo, todo el artículo no era más que una excusa para recomendar un blog en concreto, igual que todo este post no es más que una excusa para lo mismo.

Se llama "The dullest blog in the world", El blog más aburrido del mundo, y hace honor a su nombre. Está repleto de entradas que no ocupan más de dos líneas, cada una de ellas con cientos de comentarios. El récord parece estar en 711, correspondientes a la épica entrada que traduzco a continuación:

"Había un plato vacío en una superficie de una de las habitaciones de mi casa. He cogido el plato y lo he llevado a la cocina. Entonces he depositado el plato sobre una de las superficies de la cocina."

Repleto de emociones, señora.

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29 de Enero 2004

Cobra-13 a L-5

El martes estuve en una comisaría de la policía nacional [*]. A mi hermana le abrieron la mochila en las escaleras automáticas del metro y le robaron el monedero, así que la acompañé a poner la denuncia y a su casa, que los hermanos mayores a veces somos muy gilipollas y creemos que nuestras hermanas corren más peligro en esas calles cuando acaban de robarles que en cualquier otro momento.

La comisaría era pequeñita, con sólo dos o tres agentes de servicio, y cuando entras allí la sensación es de mucha formalidad, parecida a la de un examen del que no conoces las repuestas, y de una repentina consciencia de lo que se te ha olvidado sacarte del bolsillo antes de salir de casa. Mientras un madero se encargaba de las comunicaciones de comisaría con un walkie-talkie, su compañero escribía en el ordenador lo que mi hermana iba contándole. "¿Entonces crees que el chico le pasó el monedero a un amigo?". "Supongo que sí". Libros de derecho penal y diccionarios de inglés por si acaso. Y yo fijándome en aquel viejo cuadro del rey mientras ponía cara de póker y pensaba en cuáles serían mis opciones si tenían perros policía por allí cerca. Las ventanas de las comisarías tienen unos barrotes de hierro que lo hacen todo muy, muy formal.

Hasta que el amigo del walkie-talkie soltó de repente: "Cobra-13, Cobra-13 a L-5". Estuve a punto de estallar, pero pude contener la carcajada y convertirla en un amago de sonrisa, que creo que sólo mi hermana vio. Ella duda si aquello de "Cobra-13" era real o lo hacían porque estábamos nosotros, pero a punto estuvieron de conseguir que acabara en el calabozo por desacato (¿o eso era sólo para los jueces?). A mí se me resolvió la duda enseguida, cuando llamaron al del walkie talkie para que comprobara un nombre: "Genoveva, con Víctor". ¡Alfa, Tango, Bravo, Charlie, Víctor, claro que sí!

Y yo me digo: si el de la centralita no sabía que Genoveva se escribe con uve, ¿qué hizo pensar a su interlocutora que iba a saber que Víctor lleva uve y no be? Creo que los maderos ven demasiadas películas.

Señores agentes, si leen esto no la paguen con la denuncia de mi hermana. Ella no tiene la culpa de que yo me dedique a contar estas cosas por internet. Muchas gracias y arriba españa.

[*] Si no escribo dios con mayúscula, ¿por qué iba a escribir policía? (Volver.)

Enviado por Manu a las 11:50 PM
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27 de Enero 2004

Astrofísica

El examen de hoy (que, por cierto, ha ido de puta madre) me ha demostrado una vez más que la tradición es mucho más poderosa que la ley. Era de Técnicas Observacionales de Astrofísica, y el profesor ya había avisado que no era más que un trámite para no dar un aprobado general, unos ejercicios que servirían para distinguir a quienes habían hecho algún caso de la asignatura de los que no. Lo primero que ha dicho el buen hombre al entrar en el aula ha sido: "Podéis sacar los apuntes y hablar moderadamente entre vosotros". Alto y claro, sí señor. Sin lugar a ambigüedades. La clase no puede convertirse en un mercado en hora punta, pero se puede comentar el examen con el vecino. Lo siguiente que ha hecho ha sido encender un cigarro y salir del aula para fumárselo mientras todos contestábamos a las preguntas más fáciles.

Con el hombre de nuevo en clase, me ha asaltado una duda. No sabía exactamente a qué se refería la pregunta 3, así que me he girado para preguntárselo a un colega. Cara de incomodidad por parte del colega, gente mirándome raro en el aula. No hemos cruzado más que dos frases porque me daba reparo agobiarle más, pero han sido suficientes para que me pasara los apuntes de una clase que me perdí, en los que estaba la respuesta. Entonces el profesor ha vuelto a abandonar el aula y, esta vez sí, la clase en pleno se ha convertido en el patio de un colegio. Al poco, el profesor ha entrado ruidosamente, avisando de su llegada. Silencio absoluto de nuevo, que el buen hombre ha aprovechado para decir: "¿Pero no os había dicho que podéis hablar? ¿Qué hacéis tan callados de repente? Si casi parecéis alumnos".

Las reglas del examen estaban claras desde el principio: apuntes sobre la mesa, conversación autorizada. Pero el caso es que los exámenes no funcionan así. En un examen no se habla abiertamente, igual que en viernes santo no se come carne, y aunque la ley vigente diga que no pasa nada sigue habiendo gente (llámalos despistados, llámalos borregos) que sigue la tradición a rajatabla y no se atreve a girarse para comentar la jugada con el de atrás en presencia del amo y señor. Por muy de buen humor que esté, cosa que era previsible porque la sonda europea Mars Express ha encontrado pruebas de agua en Marte y, en sus propias palabras, "eso es una patada en el culo para los yanquis, que en nuestra primera misión hayamos tenido un éxito así". Pero si incluso ha insinuado una subida lineal de un punto en la nota para celebrarlo, leñe.

No es que tenga mucho respeto por la ley normalmente, pero para una vez que te favorece en algo manda huevos que la gente renuncie a la ventaja y se ciña a la tradición. En fin, allá ellos, que yo ya estoy bien contento con mi aprobado en Astrofísica.

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26 de Enero 2004

De garrulo en Giorgio & Enrico

No tenía pensado escribir (demasiado) en el blog esta semana, o al menos no hasta el jueves por culpa de los dos exámenes a los que me presento, pero lo del pasado viernes fue demasiado extraño como para no hacer mención. Se celebraba en Valencia una feria de puericultura, cosa que me habría dado igual si no fuera porque los padres de Susana tienen una tienda del gremio e iban a estar presentes, junto con su hija. Teniendo en cuenta que la feria de muestras está muy cerca de Burjassot, lo lógico era quedar después y marcharnos juntos a Castellón en su coche.

La responsable de todo fue una palabra: "gratis". Como en "bebida gratis", o en "canapés gratis". Resultó que se celebraba una fiestecita a la que se podía acceder mostrando el pase de la feria de muestras, en un maxi-restaurante-disco-shopping llamado Giorgio & Enrico, aquí al lado. Como sus padres no tenían pensado ir, Susana cogió los pases por si me apetecía que pasáramos a picar unos canapés y tomar algo antes de coger carretera. Yo tenía entendido que el antro en cuestión era un lugar muy, muy pijo, con precios prohibitivos por entrar y consumir, un lugar que casi con toda seguridad no me gustaría, pero la palabra "gratis" (y también las palabras "tomar algo") ya me había cautivado.

Giorgio & Enrico superó todas mis expectativas. Distintos ambientes, camareros de smoking, camareras de escote, seguridades en la puerta del servicio y una piscinita con su puente de madera. Si hubiera encontrado un dispensador de cocaína al lado del de jabón, no me habría sorprendido demasiado. Daba reparo incluso mear. Todo el mundo de traje menos un servidor, que llevaba vaqueros. Al principio me sentía como si dios me hubiera dado aletas y fuera la hora de resolver ecuaciones diferenciales, observado, pero pronto descubrimos que los canapés, el vino y la cerveza eran gratis. Sólo había que situarse estratégicamente e ir interceptando a los camareros que pasaban con bandejas, y al poco, ni eso: nos debieron ver pinta de hambrientos, o de sedientos, o tal vez de poco estirados, y venían directamente a nosotros con cada nueva bandeja que sacaban. Así que cenamos canapés hasta no poder más y tomamos el suficiente vino como para ignorar el ambiente chic y también para plantearnos si realmente era buena idea coger el coche enseguida.

Por suerte, decidieron por nosotros: pasó por allí una chica repartiendo vales para cubatas. Decidido. Nos quedamos. Tomamos una última copa de tinto, nos alejamos del barullo para fumar después de la cena y, después de que un camarero viniera a rescatarnos porque iban a cerrar la zona y nosotros seguíamos allí fumando, atacamos las barras de las pistas de baile. A partir de ahí, todo normal. Sólo que gratis. Sólo que muy formal. Y sólo que hablando sin parar de la cantidad de detalles repijos que tenía aquel garito al que no creo que vuelva demasiado, aunque supongo que un fin de semana normal, sin convenciones, no será para tanto.

De todas formas, si la historia se repite el año que viene, ya tenemos la estrategia preparada: petacas para cuando se acaben los vales de cubata y fiambreras para cuando no podamos más con los canapés. Y una camiseta rosa que diga "Soy garrulo", ya puestos a dar el cante.
 

Enviado por Manu a las 11:13 PM | Comentarios (130)
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El Radio-Bolígrafo-Linterna

 

¡Grandes inventos de la humanidad!

¡El increíble radio-bolígrafo!
El radio-bolígrafo-linterna

 

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22 de Enero 2004

Viagra por e-mail

Siempre que abro el e-mail me pregunto si todo el mundo tendrá problemas de erección y yo soy de los pocos afortunados que no los acusan todavía. Bueno, en realidad no me lo pregunto siempre que leo el correo, pero sí algunas veces, sobre todo cuando toca limpieza semanal de la carpeta de spam o cuando el filtro falla y me llegan al buzón otras ofertas aparte de las de InfoJobs. La siguiente imagen es una muestra del aspecto que tiene normalmente mi basurero:

Mi buzón de spam

He de reconocer que el primer spam de Viagra personalizado que me llegó, un "Mavide, V*i*a*g*r*a for you", me asustó un poco. ("¡Maldición, aquel día iba borrachísimo! ¡No era como para chivarse a las empresas de spam!") Pero ahora, acostumbrado al abuso de 50 mensajes-basura diarios, me da que pensar. Los que no te ofrecen citas a ciegas o "free porn pics", es porque pretenden alargarte el pene o venderte pastillitas mágicas de las que no te ponen babosín, pero se aseguran de que cumplas en caso que el babosismo compartido ocurra por sí mismo. Y estos últimos son mayoría. Y si se siguen enviando es porque funcionan, porque hay un porcentaje (por nimio que sea) que responde, o al menos lee, estos mensajes. El siguiente paso lógico es concluir que el planeta se enfrenta a una hecatombe, a su mayor desafío: la impotencia generalizada de los varones humanos.

Por otra parte, supongo que la venta de Viagra por internet está condenada a funcionar. Ahora que ya se ha perdido la vergüenza a comprar condones, queda el qué diran si se sabe que uno necesita medicamentos para mantener una erección en condiciones. La impotencia, ya que no el sexo, sigue siendo un tabú por mucho que lo intente normalizar Pelé. Y esto nos da una explicación más tranquilizadora del fenómeno: no es que haya una temible plaga de impotencia, sino que aquellos que la sufren prefieren el anonimato al comprar remedios. O eso, o es cierto aquello de que el gran problema de España es que aquí se folla poco, dato del que puedo dar constancia empírica.

Me vuelvo a casa a estudiar, que las conclusiones me están empezando a dar miedo.

Enviado por Manu a las 10:23 PM
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21 de Enero 2004

Viajando gratis

Tengo un bono-metro mágico. Llegó a mí como un billete normal, con sus diez viajes en mi zona al módico precio de 7€. La taquilla donde lo compré no era ninguna de esas taquillas místicas que desaparecen después de venderte tu bono y dejan una mera pared de ladrillos en el lugar donde estaban hace sólo cinco minutos. El taquillero también era normal.

Y el bono-metro lo parecía hasta que una máquina, también normal, imprimió unos números sobre él que indicaban que me quedaban cuatro viajes antes de tener que tirarlo y adquirir otro. Desde entonces, no sé si por obra y arte de la máquina en cuestión, el bono se ha convertido en una llave hechizada que me abre todas las instalaciones de Metro Valencia sin agotarse. Cuando quiero subir al metro, simplemente lo introduzco en una máquina. Ella me lo devuelve intacto, sin escribir nada en él, y me abre las puertecillas automáticas. Cuando quiero emerger del subsuelo en alguna estación con control a la salida, simplemente lo meto y vuelvo al mundo real. Escanearía mi preciado bono-metro para la posteridad, pero temo que el escáner perjudique su poder místico. (Además, escanear billetes de metro más de una vez en un blog es un síntoma claro de inestabilidad mental).

Los trucos para viajar gratis en Valencia no me eran desconocidos, pero esto es lo más cómodo que existe. Hace unos años Metro Valencia dispuso controles tanto para entrar como para abandonar las estaciones del casco urbano, pero antes de eso viajar sin billete era tan sencillo como atisbar desde tu asiento contra la ventana si había algún revisor en la siguiente estación esperando para subir al tren, y entonces cruzarte con él, bajarte tú y esperar el siguiente convoy. El recurso sigue siendo útil con el tranvía, pero desde que tengo mi billete mágico ni me preocupo. Y puedo utilizar el metro subterráneo, con lo que mi campo de acción gratuito se ha extendido bastante. Si un revisor me pide ver el billete, me basta con decirle que no me ha dado tiempo a sacarlo y pagarle el precio convenido, incluso el doble si se pone muy cabrón. Lo pagaría a gusto, aunque lleve circulando gratis desde el 22 de diciembre. Todo menos dejar que manosee mi tesoro. Y después de todo, un euro o dos al mes (porque no creo que me pillen muchas veces más) es un precio irrisorio a pagar por el placer de recorrer a tu antojo toda el área metropolitana.

Y por el de joder, aunque sea mínimamente, a la empresa que tanto te ha jodido con sus obras, sus revisores de mala hostia, sus retrasos, sus pocos trenes en hora punta (a menos que haya partido del Valencia) y su demoníaco hilo musical.

Enviado por Manu a las 9:11 PM | Comentarios (5)
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En estéreo

Ayer, ocho de la tarde más o menos, charlando de tonterías en casa de unos amigos. Termino de fumar, me quito el cenicero del regazo y lo dejo de cualquier manera sobre la mesa llena de cosas. Suena el teléfono fijo y David lo coge de su soporte en la estantería.

- ¿Sí? ¿Diga?

Silencio.
Me doy cuenta de que su móvil acaba de iluminarse en la mesa.
Más silencio. Agarro su móvil y me lo llevo a la oreja.

- ¿Diga? -digo yo.
- ¿Hola? -me llega una voz en estéreo.
- ¿David? ¿Eres tú?
- ¡Hostia, qué rayada! ¿Qué debe haber pasado? -dice él.
- Ni puta idea. Igual tienes las llamadas desviadas al teléfono fijo o algo...
- Qué va.

David se da cuenta de que estamos hablando por teléfono a un metro de distancia y cuelga. Yo también cuelgo su móvil y lo dejo con cuidado en la mesa, justo al lado del cenicero. Por suerte, nadie consigue explicarse lo que ha sucedido.
 

Imagen que no viene a cuento:

Lo nuestro son las personas...

Niii, na, na-na-na, ní-na...

 

Enviado por Manu a las 5:02 AM | Comentarios (5)
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19 de Enero 2004

Odio a Zaplana

Hala, ya está dicho. Alto y claro. Odio mucho a ese tipejo. No por nada personal, no es que me haya hecho ninguna putada a mí en particular (al margen de las que ha hecho a todos los habitantes de la Comunidad Valenciana en sus años de presidente de la Generalitat), pero encaja en el modelo de tipo despreciable que me revuelve las entrañas. La gota que ha colmado el océano son los famosos anuncios del Ministerio de Trabajo, que no deberían sorprenderme porque el amiguito ya llevaba años tirando de propaganda institucional por estas tierras, pero eso no quita que en mi casa se oiga un "será cabrón" bien fuerte cada vez que la tele escupe sus mentiras. Y últimamente se oyen bastantes.

En mi mente, todo empieza con el desprecio que me inspiran los trepas, sobre todo si les sale bien la jugada. Don Eduardo empezó alcanzando la alcaldía de Benidorm con el apoyo de una tránsfuga premiada después con cargos y sueldazos para toda la familia. De ahí a presidir la Generalitat, que todavía no me explico cómo lo hizo, un suspiro. Y todo el mundo sabe dónde está ahora, de flamante ministro portavoz y con bastantes números para una vicepresidencia en un hipotético gobierno de Rajoy. De todas formas, hasta ahí, ningún problema grave.

La bilis me llega a niveles críticos cuando veo para qué y con qué estilo utiliza sus cargos públicos. Para muestra, cuatro botones: la primera medida que tomó al llegar al Palau de la Generalitat fue hacerse instalar un jacuzzi en el despacho. La segunda, conseguir que todo el dinero que se movía en la Comunidad pasara por el visto bueno de sus asesores. La tercera, tomar Canal 9 al asalto para que pintara unas tierras idílicas y no sacara nunca su perfil malo (el izquierdo, qué cosas) en los noticiarios. La cuarta, endeudarnos hasta las cejas para poder construir sus Terras Míticas y sus Ciudades de las Ciencias, que aunque no hubieran sido rotundos fracasos estaban consumiendo fondos que podrían haber evitado, año tras año, que miles de críos fueran al cole en barracones sin calefacción, joder.

En breve, el Ministro de Trabajo es un tipo que se las ha apañado para hacer bueno a su sucesor en la Generalitat, conocido por aquí como el Beato Camps. Y para que no se me quite de la cabeza la puta musiquita de su campaña electoral encubierta, todavía más odiosa y pegadiza que el propio himno del PP, que ya es decir.

Enviado por Manu a las 9:38 PM | Comentarios (2)
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18 de Enero 2004

Más pagano que el infierno

Este fin de semana se celebraba Sant Antoni, el patrón de los animales y una excusa perfecta para una fiesta bien gorda en Vilanova d'Alcolea, Castellón. Son unas fiestas famosas, y con razón. Los muy colgados llenan el pueblo de matojos, les prenden fuego y sueltan a gente a caballo a saltar unas hogueras enormes entre un buen montón de transeúntes. Desde fuera del pueblo, debe parecer que el infierno se ha desatado en Vilanova y que el pueblo se quema. Desde el punto de vista de uno de esos transeúntes, es algo un poquito peligroso. Pero divertidísimo.

Una calle larga y estrecha, con una hoguera que la recorre longitudinalmente. Las llamas ya han decrecido un poco, pero la calle sigue siendo un horno lleno de humo. La única opción es seguir adelante, esperar que no cambie el aire y te tire las llamas a la cara, utilizar el jersey como filtro nasal y correr y correr porque detrás se oyen cascos de caballo y no hay lugares para resguardarse hasta la plaza del fondo. Una vez allí, más fuego. Para seguir el recorrido hay que cruzar una hoguera que "bloquea" la siguiente calle y arde alto, azuzada por el viento. Los dos lados de la hoguera son estrechos y en ambos hay que atravesar las llamas. Será cuestión de coger carrerilla y sentirse muy heavy metal (black wind, fire and steel) durante el salto...

Para acabar de completar la noche, mis amigos son mayorales del pueblo, miembros de la familia que organiza una hoguera importante porque este año les toca a ellos. La tradición manda que los jóvenes de la familia dispongan un garaje u otro local, lo aprovisionen de bebida y comida y agasajen a sus amigos, nosotros en este caso. Bien por la tradición, esta vez. Graaaaaan borrachera en el garaje, con una breve visita a las últimas canciones rock (antes de que el sol me diga que es de día) de la orquestilla de turno, que no se resiste a tocar Fiesta Pagana porque les echarían del gremio si lo hicieran, pero que resulta muy apropiada esta vez.

El alcohol no me ha provocado la combustión espontánea al saltar hogueras. Veremos el año que viene.

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15 de Enero 2004

De copieteo

Ahora que vienen exámenes, vamos con la historia más surrealista que he presenciado jamás en un aulario de universidad. Ocurrió hace tres o cuatro años, cuando todavía éramos muchos amigos en la facultad y Joel seguía vivo. Era un examen de Variedades Diferenciales, una de las asignaturas más reputas de la licenciatura en matemáticas. Yo ni siquiera estaba matriculado (lo estoy ahora, pero creo que me la dejaré para septiembre), pero el Grupo de Operaciones Especiales necesitaba mi ayuda para que su plan triunfara.

La cosa era relativamente sencilla. Solamente necesitábamos dos efectivos dentro del examen, así que el resto tomamos posiciones fuera de la cafetería del aulario, con un café en una mano y los apuntes de la asignatura en la otra. La espera no se hizo demasiado larga y, al poco de comenzar el examen, el operativo al que llamaremos "Paquito" fingió desistir, salió del aula con las preguntas brajo el brazo y acudió al punto de reunión. El trabajo del Grupo de Apoyo comenzaba aquí: redactar 5 versiones manuscritas y distintas de un examen resuelto que obtuvieran un aprobado seguro y posibilidades de notable. Para no tener ni pajolera idea de la asignatura (y sigo sin tenerla), creo que mi versión quedó bastante bien en un tiempo récord.

El siguiente paso era que "Paquito" esperara a Joel en los servicios del aulario con las cinco copias del exámen dobladas por la mitad, con los nombres puestos y preparadas para entregarlas. Era casi la parte más delicada del plan. A la hora convenida, Joel debía fingir una indisposición ("demasiado café anoche") y convencer al profesor de que le permitiera salir un momento al servicio. Lo consiguió. Acudió al váter convenido, se guardó las cinco copias en el pantalón. Regresó al aula para continuar haciendo dibujitos en sus folios de examen en espera de que el profesor se levantara de su mesa y se despistara un momento para levantarse, colocar las cinco copias sobre el montón de ejercicios entregados y largarse de allí. Ésta era la parte más delicada del plan.

Salió mal. El profesor no se movió de su mesa en todo lo que quedaba de examen, luego era imposible tirarle un fajo importante de papeles al montón sin que se notara. Joel hubiera podido sacar su examen y entregarlo suelto, pero no lo hizo. Tal vez el profesor sospechaba algo de un tipo que llevaba todo el examen haciendo dibujitos y además había salido al servicio, o tal vez simplemente se puso nervioso. El caso es que apareció en el cuartel general e informó al alto mando del fracaso de la misión.

Pero la cosa no acabo ahí. "Paquito" no se dio por vencido y decidió jugarse el todo por el todo: plantarse fuera del aula e intentar aprovechar el barullo del último minuto para colarse y tirar su examen resuelto al montón. Por supuesto, decidí acompañarle para ver cómo terminaba todo aquello. Enseguida nos dimos cuenta de que aquel plan improvisado era inviable porque en el aula no quedaba bastante gente como para que pasara desapercibido. Se le ocurrió una idea maligna: yo debía "tropezarme" con el profesor cuando saliera con los examenes bajo el brazo y tirarle al suelo, momento que él aprovecharía para dejar caer sus folios junto con el resto del desparrame. Me opuse al plan, sobre todo porque aquel hombre ya estaba mayor y no quería cargar con la muerte accidental de una eminencia en geometría (ni de nadie) sobre mi conciencia. Ya pasado el tiempo de examen, seguimos al grupito de profesores hasta la cafetería. Nos quedamos de pie en la barra, disimulando por si se despistaban, se levantaban de la mesa para pedir y aprovechábamos el momento para ejecutar el Plan B. No lo hicieron. Se quedaron todo el tiempo como buitres, pendientes de su preciado fajo de folios, y finalmente hice desistir a "Paquito" de seguirles hasta el despacho.

Nos limitamos a tomarnos un par de cervezas donde estábamos y brindar por los buenos planes, aunque fallen.
 

Imagen que no viene a cuento:

¡Nac Mac Feegle! Observar la espada que emite un brillo azul en presencia de abogados.

Dibujo de Borja Yagüe que me ha enviado
para La Concha de Gran A'Tuin. Sabe que me encantan
los Nac Mac Feegle, así que no creo que le
importe que lo cuelgue aquí ya mismo...

 

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13 de Enero 2004

Carta a Pilar

Estimada Apreciada Distinguida Ministra de Educación:

      La presente misiva tiene por objeto comunicarle datos de suma importancia y sugerirle algunas acciones que emprender al respecto, por lo que rogaría le prestase la máxima atención. Sin duda podrá usted encontrar a alguien que le ayude con las palabras más difíciles.

      Probablemente sabe usted acerca de la existencia, en el ámbito universitario, de una subespecie conocida popularmente como "los empollones". Sus individuos se caracterizan por un alto rendimiento académico, una actitud servil para con el profesorado, una escasa vida social fuera de aulas o laboratorios y un ansia incontenida por trepar en el escalafón docente e investigador. Si con esto no consigue identificar a qué clase de individuos me refiero, sírvase imprimir una lista de agraciados con becas de doctorado de su ministerio (bastante escasas, por cierto), tache aquellos con un expediente por debajo del 3 si encuentra alguno y escoja un nombre al azar. Lo más probable es que pertenezca a la subespecie de la que hablo.

      Hablamos de individuos poco sociables, pero sus escasos contactos suelen realizarse en clase y casi exclusivamente con otros de su calaña. Es entonces cuando empieza la adulación en masa al docente de turno, las risas exageradas ante cualquier débil intento de chiste y, por supuesto, las elevadas calificaciones. Lo preocupante es que son capaces de llegar a un grado de coordinación inaudito: hoy mismo ha llegado a mis oídos una historia espeluznante, la de una célula organizada que llegaba al extremo de apuntarse a grupos distintos de una misma asignatura para no pisarse las matrículas de honor entre ellos. Mientras los estudiantes normales procuran ir a clase con sus conocidos, esta gente desarrolla una estrategia para hacerse con un número tan elevado de matrículas de honor (y de créditos gratis el curso siguiente) como sea posible.

      Ante tales evidencias se impone una actuación inmediata. Quisiera instar a su ministerio a implantar medidas de detección temprana y reeducación en los colegios e institutos para que estas logias no se hagan con el control total de los centros universitarios españoles. Aquellos que persistan en su actitud y rechacen convertirse en miembros útiles de la sociedad deberían ser marcados de alguna manera (un tatuaje de una raíz cuadrada, por ejemplo); aunque generalmente yo mismo sea radicalmente contrario a este tipo de medidas, creo que en esta ocasión la gravedad de la situación las requiere. Estas marcas permitirían al resto de alumnos comportarse con precaución en su presencia y, si su gobierno lo autoriza, a propinarles alguna justa colleja de vez en cuando. En caso que su gobierno opte, como es su costumbre, por la represión una vez el mal ya está hecho, sugiero que se resucite para la ocasión el viejo castigo de la brea y las plumas para aquellos empollones que sean sorprendidos en asociación ilícita.

      Sin más, le ruego haga pública cualquier decisión que su ministerio tome respecto a este asunto. Siempre suyo Atentamente,

Manu.
Burjassot, 13 de enero, 2004.

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12 de Enero 2004

Mi lado femenino

Sigo pensando en los efectos de la edad, comparando la vida de quien ya rebasa los 25 con los años de adolescencia. Cualquier excusa es buena para dejar de lado los exámenes y los plazos de entrega, al fin y al cabo, aunque no sé si esto de darle vueltas al paso del tiempo será óptimo para crear un ambiente positivo de estudio. Como anécdota, mi clase de astronomía de hoy trataba sobre la evolución y muerte de las estrellas, casualidades de la vida. ("Oye, antes de convertirme en una supergigante veía las cosas de otra manera", dirán.) Habrá que consultar libros de autoayuda. O casi mejor que no.

El caso es que, por lo general, observo que se tiende a ser más conservador con los años. Ya, bueno, vaya novedad, lo sé. Las estrellas tienden a explotar, nosotros a hacernos fachas. No lo digo por mí, pero amigos que hace tiempo tenían mi misma ideología ahora me llaman "rojillo" medio en broma; se preocupan menos de temas como el paro o la sanidad ahora que ya no son temas abstractos, ahora que les cubre una nómina y un seguro médico. No es la norma, claro, pero sí una tendencia comprobada: cuando tienes un coche del que preocuparte, el problema del racismo se relativiza un poco. Alguno acabará votando al PP y no seré yo...

Mi caso es bastante más leve, casi contrario desde cierto punto de vista. Me estoy quitando de encima muchísimas manías. Una actitud "rojilla" ante la vida (gracias, Bolingo) no entra en la definición de manía y por eso la conservo, pero hace unos años me habría reído de quien me dijera que acabaría jugando a juegos de skate o de lucha 3D. Los rechazaba sin haberlos probado, como muchos otros vicios y cosas que ahora me encantan. Por supuesto, se puede odiar la importancia social de los deportes y la violencia y al mismo tiempo disfrutar con sus ficciones, pero para mí no ha sido tan automático como pueda parecer. Ayer hablaba de la pérdida de vergüenza, pero la cosa va más allá. No se trata tanto de vergüenza ante otros como de vergüenza ante mí mismo, cosa que soy cada vez más consciente de que es absurda.

Sin ir más lejos, me gustaría presentar en sociedad a mi lado femenino, a punto de apalizar y hundir en la miseria a un karateka de tres al cuarto...
 

¡Tekken 3!
Mi lado femenino contra Hwoarang

 

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11 de Enero 2004

Sinvergüenza

Supongo que habrá formas peores de pasar un domingo por la noche que midiendo la luminosidad de un campo de estrellas mediante un programa de simulación, pero no se me ocurren tantas. Aquí estoy, delante del ordenador, esperando a que pasen los cinco minutos que --espero-- me darán unos resultados aceptables sobre una estrellita poco brillante y muy cabrona de las Pléyades. Y por mucho que he buscado, no hay ningún parche para poner el maldito programa de simulación en "modo dios" y hacer que el tiempo pase deprisa. Quién me mandaba a mí matricularme de Técnicas Observacionales de Astrofísica.

Leo en un post del blog de Anakinet que nos vamos haciendo viejos, que observamos conductas en los chavalines que nosotros mismos teníamos hace no tantos años y ahora nos parecen fuera de lugar, como ponernos cieguísimos y caer encima de la gente o romper cristales. Este fin de semana he podido observar en mí mismo un efecto adicional de los años: la pérdida de vergüenza. Cada vez me la traen más floja cosas como que unos desconocidos me puedan ver el rabo si me lo saco en un lugar público (mejor que nadie pregunte), o quitarme hasta la camiseta interior por una apuesta y bajar a la barra del bar de siempre a pedir un cubata con los pocos pelillos que tengo en el pecho asomando por la chaqueta. No habría bajado sin la chaqueta para cubrir mis michelines, pero tiempo al tiempo. Al final todos acabaremos como las abuelas que van de público a los programas de la tele y no se cortan en magrear las nalgas del azafato de turno a la primera ocasión que se presenta. (Digo yo, de todas formas, que si fuera un abuelo quien metiera mano a la azafata la cosa no quedaría sólo como una anécdota graciosa en los zappings.) Esas abuelas han tenido años para acumular la sabiduría necesaria y comprender que si te apetece mucho hacer algo, da igual lo que opine un 22% de share.

Al margen de detalles nudistas, los años te dan una cierta confianza. Ya ni me acuerdo del puro terror que provocaba "no encajar", no llevar la ropa apropiada, no utilizar las palabras de moda, no ser lo suficientemente lanzado con las chicas. Los años te enseñan a llevar tu ritmito, a mantener una coherencia (o, al menos, una actitud) y a no preocuparte tanto de que tu abrigo sea muy poco punki para los bares que frecuentas. Si los años tienen algo bueno, es que te alejan cada vez más de la adolescencia.
 

Las Pléyades

La constelación de las Pléyades
La estrella marcada es la hija
de puta que me ha tenido 20 minutos
midiendo fotones mientras escribía...

 

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8 de Enero 2004

Wanderlust

Se acabó lo que se daba. Llegó el roscón de reyes y me devolvió de un guantazo a la rutina de siempre. Despertar, preparar una cafetera pasando frío, comer, dar clases particulares, cambiar de sitio las plantas que necesitan un fotoperiodo más corto, hacer un rato el vago, cenar, revisar Soul Music (o estudiar, que ya toca), cinco contra uno optativo y a dormir mis seis horitas. Aburrido, aburrido, aburrido, y más ahora que tengo los dientes largos con las historias de playas, cerros e islitas perdidas que Jose Luís se ha traído de Colombia.

Ahora que llevo tiempo sin darme unas vacaciones lejos de casa, me convenzo cada vez más de que mi cerebro necesita esos respiros, esos saltos en la inercia que solamente vienen de ver lugares, ambientes nuevos. La situación ha cambiado, ya no tengo amigos que estudien fuera de Castellón (aunque sí que trabajen, pero eso ya es otra cosa) y en cuya casa pueda pasar unos días de visita por un módico precio en transporte y comida. Las esperanzas se reducen a la Santantonà de Vilanova, donde espero que el alcohol en sangre no provoque combustiones espontáneas al saltar las hogueras, y a los carnavales de Vinaròs, todavía lejanos. Pero esas cosas ya casi han pasado a formar parte del algoritmo estándar, igual que el Viña Rock nuestro de todos los años.

A lo mejor toda esta ansia viajera no es más que un mecanismo defensivo. Una forma que mi cabezota tiene de evitar pensar en exámenes, plazos de entrega y problemillas económicos. De todas formas, cada vez veo con mejores ojos el plan de Susana de hacer el camino de Santiago este verano, aunque sea año xacobeo y no vayamos a encontrar albergue ni hartos de vino. De momento, mejor me voy a casa a mover macetas y luego me pego un viajecito en tranvía colgando carteles para dar clases particulares. Si al menos las calles de València no fueran tan feas...
 

Imagen que no viene a cuento:

Etiqueta del roscón de este año
Bonitas advertencias navideñas

 

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5 de Enero 2004

Golpe en Gondor

¡EXTRA! ¡EXTRA! -- Diario de Bree, 05/01/04 -- 2 monedas de cobre
 
GOLPE DE ESTADO EN MINAS TIRITH

Finalmente ha ocurrido lo que nuestros expertos en política internacional vaticinaron hace algún tiempo: se ha producido un golpe de estado monárquico en el país de Gondor, que ha devuelto al trono a la familia real gondoriana desde el exilio que sufrían durante generaciones. Un plan soberbiamente ejecutado ha dado el gobierno del país al rey Aragorn I, aunque se sospecha que el verdadero ejecutor del plan y éminence grise en los asuntos de la Ciudad Blanca es el hechicero internacional conocido como Gandalf el Blanco, Gandalf el Gris, Mithrandir y otros muchos sobrenombres que utiliza para evitar su localización.

La trama pro-monárquica se inició hace ya dos años, cuando el susodicho hechicero se desplazó a Minas Tirith, según él "para estudiar unos documentos antiguos relativos al Daño de Isildur". Fuentes de confianza han declarado que realmente el mago estaba estudiando la situación y concluyendo que el momento era propicio para el golpe, que la propaganda iba viento en popa y el pueblo estaba convencido de necesitar un rey. El primogénito del senescal fue convocado a un concilio en tierras élficas, alejado del reino y de su padre y finalmente dado por muerto en dudosas circunstancias. El segundo hijo no podía suponer ningún problema, pues de todos es sabido que sufre de una profunda adicción al sexo y bastaba con proporcionarle una rubita resultona para sacarle de enmedio.

El hechicero, considerado el cerebro del golpe, fue dado por muerto en las minas de Moria cuando, según contó él mismo después, se "enfrentaba a un peligroso Balrog". Fuentes de toda solvencia dudan de esta versión de la historia y aseguran que el hechicero tuvo que desaparecer un tiempo para alejar las sospechas. Tras su reaparición pública, orquestada junto a historias de su heroísmo en la lucha de Moria, el propio mago constituyó la avanzadilla golpista en la Ciudad Blanca, despojando de todo poder al senescal por medio de desaires públicos y preparando el terreno para que la adicción al sexo de Faramir dejara el camino libre al desaparecido rey de Gondor. Las mismas fuentes sospechan que pudo ser el propio Gandalf quien azuzara a Mordor, el reino vecino, a un ataque frontal contra Minas Tirith, pues de todos es sabido que los momentos de tensión son los más propicios para los golpes de estado.

La casa real gondoriana ha hecho público un comunicado en el que, tras la boda del rey con la elfa Arwen, ofrece paso libre a todo elfo en el reino. Esto confirma algunas sospechas. En los mentideros políticos de Minas Tirith se afirma que Aragorn I es una mera marioneta y los auténticos gobernantes de la Ciudad Blanca son Gandalf el de los Mil Nombres y el elfo Elrond, suegro del rey que participó en las maquinaciones para asesinar a Boromir y forjó una falsificación de la Espada de los Reyes para dar legitimidad al rey golpista.

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3 de Enero 2004

"Dude, where's my country", de Michael Moore

PortadaNueva andanada de hostias del panfletero más dicharachero de los EE.UU. en forma de libro. Dude, where's my country? continúa allá donde lo dejó Estúpidos hombres blancos, su anterior panfleto: el once de septiembre de 2001 y sus consecuencias en la sociedad yanqui. La propia caída de las torres gemelas fue lo que pospuso la publicación de aquel libro, y desde entonces ha llovido mucho. Bombas sobre Iraq, para empezar.

El libro comienza con el sello de aprobación del Departamento de Seguridad Patria de los EE.UU., y de ahí pasa a aportar datos sobre las relaciones de la familia Bush con Saddam, Bin Laden y la familia real de Arabia Saudí en forma de las consabidas preguntas abiertas al "presidente" Bush. Analiza la ristra de mentiras (aunque más bien sea un hojaldre que una ristra) que llevó a la sociedad norteamericana a tragarse un buen whopper con extra de queso y patatas de la libertad: que Iraq y los atentados del 11-S estaban relacionados; las famosas armas de destrucción masiva; la "amplia" coalición internacional. No dice nada que no supiéramos ya, pero lo fundamenta con datos.

El libro me ha gustado. He disfrutado leyéndolo y se me ha hecho corto, pero le pongo "peros": creo que esta vez Michael Moore se ha pasado de panfletario. El título, que se traduciría como Colega, ¿dónde está mi país?, juega con el de la infame película Colega, ¿dónde está mi coche?, que según Moore dice a uno todo lo que hay que saber sobre la sociedad americana. Lo cierto es que en este libro trata de justificar a sus compatriotas más de lo que lo hizo en Estúpidos hombres blancos, y casi consigue convencernos de que en EE.UU. hay una mayoría progresista, liberal (aunque a ellos mismos no les guste utilizar ese término), que simplemente piensa que votar a los demócratas es desperdiciar el voto: los mismos perros con distintos collares. Piensa, como yo, que la alternativa liberal de su país ni es alternativa ni es nada y que saben que no ganarán las próximas elecciones, así que ni se preocupan. Esto condena a los estadounidenses (y al resto del mundo también) a cuatro años más de gobierno republicano, y en nuestro caso a cuatro años más de PP. Moore propone alternativas entre las que destaca que Oprah Winfrey sea la candidata electoral del partido demócrata, o que el partido verde y el demócrata se apoyen allá donde no puedan triunfar solos. No está mal, y es coherente, pero siempre he tenido reparos en leer propaganda electoral, y más en que alguien cobre por que yo la lea.

A favor, lo de siempre: Michael Moore es un tipo muy gracioso. Hay un capítulo entero que explica cómo hablar con tu cuñado conservador, ya que con esa gentuza no valen argumentos verdes ni de justicia social. Pero puedes convencerles de que ganarán más dinero si ponen guarderías en las empresas, si acceden a una sanidad pública, si legalizan las drogas. En otro capítulo, dios interrumpe a Mike y arremete contra Bush por utilizar tanto su nombre ("¿Mi poco conocido Undécimo Mandamiento? Guardáos las convicciones religiosas para vosotros mismos, maldita sea"). En otro explica porqué el recorte de impuestos del gobierno favorece a los ricos y no a las clases trabajadoras. Lo hace con otra carta abierta al presidente donde le agradece que haya pensado en él: al fin y al cabo su último libro vendió mucho y le hizo rico, así que ahora se beneficia de la "solidaria" política fiscal de la Casa Blanca. Afirma que destinará todo el dinero que le devuelva el estado a derrocar al presidente actual, y pide ayuda para saber cómo emplearlo mejor desde su página web. Estos trozos son los que hacen que valga la pena leer a Moore. Los datos que aporta son tranquilizadores (mira por dónde, no íbamos desencaminados al cagarnos tanto en esos bastardos) pero poco divertidos, y a mí me sirven de entremés, de lubricante para apreciar los trozos realmente buenos, aquellos en los que Mike se pone bien borde, saca el hacha y empieza a repartir.

Por cierto, Dude, where's my country? no nombra ni una sola vez al presidente Aznar, y eso que el libro anterior sí lo hacía (aunque fuera solamente como parte de una ficha de ayuda a presidentes americanos con los nombres de otros mandatarios mundiales). Se nombra considerablemente a Tony Blair y al presidente australiano, que yo al menos no sabía que también participó en la guerra, pero no hay nada de nuestro amado líder. Esto no va a ser bueno para su ego, y luego aquí la pagamos todos.

Enviado por Manu a las 3:30 PM | Comentarios (7)
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1 de Enero 2004

Expectativas

No sé porqué será, pero siempre acabo las fiestas de nochevieja con un regustillo amargo en la boca, y no es por nada que haya tomado o devuelto. Es que siempre pienso que la fiesta podría haber sido mejor. Al fin y al cabo, es de las que más preparación llevan, de las más caras, de las que más gente convocan y... bueno, y que es nochevieja y punto. Tiene que ser algo exagerado. Pero luego decides marcharte de allí a las 10 de la mañana del día 1 de enero y, en el coche del pardillo que te lleva, piensas que te sabe a poco. Has bebido, has fumado, casi has estado en una bronca discotequera en Peñíscola, has tocado los culos de tus amigas, has reído. Y de alguna forma todo sigue siendo poca cosa.

La situación me recuerda a cuando estrenaron la película Muertos de Risa, de Álex de la Iglesia. El anterior éxito del cine español había sido Airbag y supongo que todo el mundo se estaba esperando Airbag II (o eso me pareció a mí), aun más saliendo el Gran Wyoming y Santiago Segura. No fui a verla al cine, en parte porque todo el mundo iba diciendo que era muy mala, pero de alguna forma no me lo acabé de creer del todo. La alquilé en video algún tiempo después y me encantó, supongo que porque la vi sin prejuicios, una tarde de resaca como ésta, sin esperar demasiado de ella. Humor negro desatado; dos personas que se odian hasta extremos ridículos. Un peliculón.

Pero no veo la forma de ir a una fiesta de nochevieja sin prejuicios. Posponerla unos meses hasta que salga en video tampoco tendría mucho sentido. Supongo que lo mejor en estos casos es, simplemente, evitar pensar a posteriori. Aguantar lo que el cuerpo aguante, irte a dormir sin saber ni cómo te llamas y hacer buena la máxima del borrachuzo: "No me acuerdo de nada, así que tuve que pasármelo bien". De anoche lo recuerdo casi todo, y lo cierto es que me divertí con ganas, pero esta mañana (de hecho, hasta ahora mismo que le he dado un par de vueltas al tema) tenía ese mal sabor de boca. El año que viene, 25 cubatas en vez de 20 (conste que empezamos a beber a las 7 de la tarde), y que este sea mi único propósito de año nuevo porque será el único que tengo posibilidades de cumplir.

Ah, y feliz 2004 a todos.

Enviado por Manu a las 10:10 PM | Comentarios (6)
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